BOGOR, Indonesia (23 de agosto de 2012)_Las promesas económicas y de mitigación climática por la expansión de los biocombustibles en los bosques tropicales y otras tierras forestales con frecuencia son elusivas; en algunos casos los usuarios de la tierra luchan por reconstruir sus medios de subsistencia después de haber sido desplazados, en tanto que en otros casos el cambio en el uso de la tierra puede conducir a la emisión de grandes cantidades de carbono, difíciles de revertir, de acuerdo con una colección de artículos de CIFOR sobre impactos de los biocombustibles publicada en un número especial de Ecology and Society.
“Se necesitan esfuerzos para entender los costos y beneficios reales asociados con distintos cultivos de biocombustibles, modelos de producción (pequeños agricultores versus escala industrial) y cambios en el uso de la tierra para establecer objetivos de política para el sector. Luego, se requieren esfuerzos para entender cómo llegaremos mejor a ese punto”, dijo Laura German, editora principal de la publicación especial que examina los impactos locales sociales y ambientales de los biocombustibles a través de una serie de casos de estudio de África, Asia y América Latina.
La reciente expansión de cultivos de biocombustibles en respuesta a compromisos de políticas con la energía renovable ha llevado a acalorados debates sobre los costos y beneficios sociales y ambientales asociados con esta transición energética. Los que están a favor de los biocombustibles destacan su potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al brindar una alternativa verde a los combustibles fósiles, y su potencial como un motor de desarrollo económico rural. Pero otros han expresado su preocupación sobre los impactos sociales y ambientales perjudiciales asociados con la adquisición de tierras a gran escala para la expansión de los biocombustibles, lo que ha ocasionado el desplazamiento de carbono y de vegetación rica en biodiversidad impactando negativamente a las comunidades locales que dependen de esta tierra para sus medios de subsistencia.
Investigaciones previas de CIFOR y una comunidad científica más amplia, han fortalecido significativamente el entendimiento acerca de los efectos de la industria emergente de biocombustibles sobre los precios de los alimentos y las emisiones de carbono asociados con el cambio en el uso de la tierra. Sin embargo, la evidencia de los impactos sobre los medios locales de subsistencia o de las emisiones de carbono en lugares específicos, y los datos sobre el cambio en el uso de la tierra han sido limitados. Esta brecha de conocimiento es de particular preocupación, ya que los beneficios de los biocombustibles para los medios de subsistencia locales y para el clima son las razones fundamentales que impulsan su creciente uso a nivel mundial.
Los trabajos en esta publicación especial examinan los impactos positivos y negativos para las familias locales afectadas en distintas formas por la expansión del biodiesel o materia prima producida con múltiples propósitos. Varios documentos indican que las ganancias concretas con frecuencia se acumulan para los empleados, y en industrias más maduras en las que los agricultores de pequeña escala juegan un papel importante en la producción de materia prima de biocombustible junto a las plantaciones de escala industrial, y para los agricultores pequeños. Pero casos de estudio también indican que el efecto combinado del desplazamiento de medios de subsistencia y de oportunidades limitadas para la reconstrucción de los mismos después de la pérdida de la tierra, dejan a los usuarios de la tierra en una situación particularmente vulnerable. Más aun, cuando el cambio en el uso de la tierra conduce a la conversión de los bosques y otras tierras forestales, las emisiones de carbono resultantes son difíciles de revertir, socavando el principal fundamento para apoyar el desarrollo de biocombustibles como una alternativa verde a los combustibles fósiles.
Una de las principales justificaciones para el cambio a los biocombustibles como una fuente alternativa de energía tiene que ver con los beneficios climáticos que se espera ocurran a partir de la sustitución de combustibles fósiles (cuya combustión produce grandes emisiones netas de CO2) por combustibles cuya combustión libere gases capturados a través del cultivo y que por lo tanto son considerados gases de efecto invernadero neutrales (GEI). Esta promesa de una energía más verde para el transporte ha llevado a incluir los biocombustibles en objetivos de energía alternativa en muchos países industrializados, entre los que destacan los Estados Unidos y la Unión Europea, y en un número creciente de países en desarrollo, principalmente Brasil.
Estudios recientes han cuantificado los efectos climáticos del cultivo de materias primas para biocombustibles y sugieren que no se puede asumir que habrá beneficios debido a las emisiones potencialmente importantes de GEI asociadas con el cambio de uso de suelo, el uso de combustibles fósiles en cultivos, procesamiento y el mercadeo. Algunos estudios sugieren que las emisiones asociadas con los cambios en el uso de la tierra provocadas por el establecimiento de una plantación pueden anular los beneficios climáticos estimados, particularmente en lugares donde los biocombustibles desplazan ecosistemas ricos en carbono o la producción de alimentos a estas áreas.
Los estudios de casos analizados en el documento síntesis de la publicación especial, muestran que cuando se cultivan biocombustibles en paisajes con bosques o que cuentan con extensa cobertura forestal, la expansión de la materia prima puede ocurrir a costa de los bosques en cifras que van del 13 al 99%. Para cultivos de múltiple propósito como la soya y la palma aceitera (para los cuales los productos finales se pueden destinar para alimentación de humanos o ganado, o combustible), no se puede atribuir todo a los biocombustibles per se. Sin embargo, el impacto ecológico, principalmente de cultivos en climas tropicales y sub-tropicales para biodiesel, puede ser significativo. Esto es particularmente cierto donde los gobiernos del país productor se centran en las áreas forestales como un medio de minimizar el desplazamiento de la población y para mejorar la productividad económica de estas áreas.
Uno de los trabajos en la publicación trata sobre “las deudas de carbono” o emisiones de carbono que ocurren cuando los usos existentes de la tierra (bosque, tierra agrícola o vegetación combinada) son transformados en biocombustibles, para los distintos casos. En base a estas deudas y a la tasa en que el cultivo de biocombustible captura el carbono, se calcularon los “tiempos de amortización” de la deuda de carbono. Se encontró que los tiempos de amortización para la soya eran los más bajos y para la palma aceitera en turberas eran los más altos. En la mayoría de casos analizados aquí, se encontró que las deudas de carbono posponen las reducciones netas de gases de efecto invernadero, cuestionando la probable contribución de los biocombustibles en la reducción de las emisiones de GEI.
Los beneficios económicos rurales son una razón fundamental detrás de los objetivos de expansión y de las políticas e incentivos de los biocombustibles establecidos por los gobiernos de los países productores alrededor del mundo. La materia prima de múltiple propósito tal como la palma aceitera y la soya, tienden a tener beneficios socio económicos positivos para las comunidades rurales a través del empleo, mejoras en la infraestructura, aumento en el valor de la tierra y en los ingresos por cultivos de pequeños agricultores, en tanto que producen importantes multiplicadores económicos en las industrias aguas abajo. Aun así, la tendencia a cultivar biocombustibles en plantaciones a escala industrial y por tanto la tendencia a desplazar a los usuarios y usos habituales de la tierra, y de ejercer presión al alza de los precios de los alimentos, ha sido causa de preocupación.
Los principales beneficios de la expansión de materia prima para biocombustibles con frecuencia se acumulan para los empleados y productores a pequeña escala. En las industrias establecidas en Brasil y el Sudeste Asiático, por ejemplo, la mayoría de empleados reportó mejoras concretas en los medios de subsistencia. También se observaron mejoras en los medios de subsistencia de los agricultores de pequeña escala en Indonesia y Malaysia debido al aumento de sus ingresos, cambio de las fuentes de ingreso tradicionales, horas de trabajo más flexibles y mejoras en infraestructura. Sin embargo, en los casos en que los salarios son bajos, los beneficios del empleo pueden estar asociados con la regularidad de flujos de ingresos más que con mejoras netas en los mismos. Más aun, la evidencia sugiere que los operadores más ricos están mejor equipados para capturar los beneficios de la industria emergente de biocombustibles. Y como se muestra en los trabajos de México y Zambia, la participación del pequeño agricultor en las industrias emergentes – tal como la rápida expansión de la jatropha, planta cultivada por sus semillas portadoras de aceite – puede transferir riesgos en vez de oportunidades a los pequeños agricultores.
Como se aprecia en la publicación de Zambia, la producción de pequeños agricultores puede ser lo mejor para evitar los efectos negativos en la seguridad alimentaria. Esto puede ser particularmente cierto en lugares donde la densidad de la población todavía es lo suficientemente baja como para permitir a las familias que amortigüen creativamente los efectos negativos en la producción de alimentos a nivel familiar: intercalando cultivos de alimentos y de combustible, expandiendo el área bajo cultivo o incorporando cultivos de biocombustible en tierra degradada y trasladando al mismo tiempo los cultivos de alimentos a áreas más productivas. Con plantaciones a escala industrial que desplazan la tierra agrícola y los bosques con funciones importantes para medios de subsistencia y seguridad alimentaria, las opciones para amortiguar los impactos en la seguridad alimentaria son limitadas. Aun así, si bien el amortiguamiento creativo es cierto para la mayoría de los agricultores a pequeña escala, se encontró una variabilidad entre familias en los impactos de seguridad alimentaria – con algunas familias que experimentaban caídas en la producción de alimentos debido a cambios en el uso de la tierra o escasez de mano de obra.
Se encontró que los impactos negativos más profundos estaban asociados con el desplazamiento de medios de vida habituales debido a la transferencia de tierras a gran escala a los inversionistas. Las pérdidas económicas surgen de la pérdida de ingresos agrícolas y forestales, y del fracaso en la canalización efectiva de los beneficios a las familias afectadas. Una de las causas fundamentales subyacentes es identificada por las deficiencias observadas en el proceso mediante el cual los inversionistas adquieren la tierra que está bajo el uso y propiedad habitual – particularmente en el Sudeste Asiático y en Africa Subsahariana, donde la propiedad de la tierra es informal en gran parte y los mercados de tierras están establecidos deficientemente. El estudio de caso de Ghana, por ejemplo, muestra que el valor económico de los usos de tierra desplazados puede ser mayor que el valor neto del empleo generado por las plantaciones.
Los hallazgos presentados en esta publicación especial plantean preocupaciones acerca de los impactos sociales y ecológicos del desarrollo de biocombustibles. La inoperancia frecuente de los controles ambientales para detener la deforestación y los impactos relacionados con la pérdida de biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero, la inseguridad persistente de la tenencia de tierra y de los recursos para las poblaciones locales y la habilidad limitada de los pequeños agricultores para beneficiarse con las oportunidades de los mercados emergentes, son temas que están causalmente vinculados en el sector de materia prima de biocombustibles. Varios fracasos de política y mercado imposibilitan actualmente la habilidad del sector de biocombustibles y de otros mercados emergentes para generar un valor duradero y compartido para los pobres en áreas rurales y para contribuir con modelos de desarrollo económico local que minimicen los impactos ambientales negativos. Es necesario implementar incentivos de política y modelos de negocios más eficaces como una forma de aumentar las opciones para los biocombustibles.
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