BOGOR, Indonesia (10 April, 2011)_La seguridad alimentaria se ha convertido en uno de los asuntos más importantes de nuestros tiempos. En febrero, The Economist publicó un reporte especial sobre “el futuro de la comida”. Titulado “The 9 billion-people question” (La pregunta de los nueve mil millones de personas), el reporte sostiene que se puede producir mayor cantidad de alimentos en las tierras existentes a través de una producción intensiva, y hace un llamado a una segunda “revolución verde” – el desarrollo de variedades de cultivo de alto rendimiento y domesticación para mayor resistencia a la sequía y las enfermedades. El escrito también señala que los altos precios de los cultivos estimulan la demanda y reducen el desperdicio.
El reporte subraya las complejidades relacionadas con la seguridad alimentaria y propone algunas soluciones, incluyendo un mayor financiamiento para el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), que encabezó la primera Revolución Verde. Sin embargo, se queda corto en un aspecto: no reconoce la importancia de la biodiversidad en la agricultura sostenible.
Las políticas y los asuntos relacionados con la biodiversidad y la seguridad alimentaria han sido considerados como mutuamente excluyentes, con escasa atención a su clara interdependencia. El modelo contemporáneo de producción agrícola de monocultivo ha llevado a una devastadora pérdida de la biodiversidad y de servicios ecosistémicos, principalmente debido a la conversión de tierras. La agricultura basada en petroquímicos y de escala industrial también contribuye significativamente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
A pesar de los considerables avances durante los pasados 40 años, la agricultura moderna no ha logrado la seguridad alimentaria global, al menos no equitativamente. Más de mil millones de personas se van cada noche a la cama con hambre y más de 800 millones sufren de la deficiencia de nutrientes que resultan en impactos negativos para la salud en el largo plazo, afectando al final la habilidad de alimentarse a sí mismos.
Entonces, ¿cuál es la relación entre biodiversidad y agricultura? La biodiversidad sostiene mucho de la agricultura moderna y contribuye a los medios de vida de millones de personas que dependen de los recursos que cosechan en el campo. La biodiversidad también provee de un “capital natural” para servicios ecosistémicos, como el mantenimiento de cuencas, fertilidad de los suelos, polinización, dispersión de semillas, circulación de nutrientes, control de plagas y enfermedades, etc.; procesos que son críticos para el mantenimiento de los sistemas agrícolas.
Aunque miles de especies han contribuido a la nutrición humana, hoy, 12 cultivos y 14 especies de animales proveen el 98 por ciento de las necesidades alimenticias del mundo, considerando que sólo el maíz, el arroz, y el trigo constituyen más del 50 por ciento del consumo energético global. La tendencia global que se orienta hacia la simplificación de la dieta ha conllevado a impactos negativos en la seguridad alimentaria, el balance nutricional y la salud.
Contar con sistemas más biodiversos ofrece una mayor resistencia a los efectos de cambios ambientales y puede disminuir la vulnerabilidad de hogares rurales. Dado que la biodiversidad usada para la alimentación y la agricultura han disminuido, la agricultura se ha tornado menos susceptible de adaptarse a retos ambientales como el cambio climático.
Los sistemas tradicionales de producción de monocultivos son particularmente vulnerables frente a eventos climáticos extremos, y recientes inundaciones y sequías en regiones agrícolas productivas han sido identificadas como las principales causas de los elevados precios de los alimentos a inicios del 2011. Es probable que los impactos del aumento de temperaturas y eventos climáticos extremos dañen en mayor proporción a la población más pobre, especialmente agricultores rurales. El Banco Mundial estima que unos 44 millones de personas más han retornado a la pobreza desde junio del 2010.
Mientras el mundo se urbaniza cada vez más, estos problemas se exacerban. Las poblaciones urbanas son particularmente vulnerables al incremento de los precios de los alimentos. Los amotinamientos por comida en Camerún y Haití en el 2008 y los recientes cambios de régimen en Túnez y Egipto están directamente conectados con el aumento de precios de alimentos básicos. Por lo tanto, el modelo de alta demanda y precios elevados abogado por The Economist puede tener impactos significativos sobre aquellos que necesitan acceso a los alimentos a costos razonables: los pobres.
Un número creciente de investigaciones sugiere que integrar la biodiversidad en la agricultura (eco-agricultura o agro-ecología) puede mejorar la producción, mantener servicios ecosistémicos esenciales y alcanzar una seguridad alimentaria más eficiente y equitativa, particularmente frente a condiciones climáticas poco certeras. En publicaciones recientes, el Banco Mundial, las Naciones Unidas, la Oficina para la Ciencia del Reino Unido, junto con muchos otros en la comunidad académica proponen que el reto de alimentar una población global estimada de nueve mil millones en el 2050 puede alcanzarse mediante sistemas de producción diversos que promuevan la agricultura sostenible.
La integración entre la conservación de la biodiversidad y la agricultura para alcanzar seguridad alimentaria es un reto mundial que al final nos afectará a todos. El reconocido ecologista Hugh Possingham recientemente lanzó la pregunta: ¿Podemos proteger la biodiversidad y también comerla? La evidencia sugiere que sí podemos.
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Para mayor información sobre este tema e investigaciones recientes de CIFOR relacionadas, ver aquí.
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