JAKARTA, Indonesia (25 de julio de 2013) – A medida que más países en desarrollo planifican una transición a la economía verde —definida como “con bajo carbono, eficiente con los recursos y socialmente incluyente” —, las miradas tornan al “verdadero” valor de los bosques.
Y resulta claro que los bosques valen mucho más que el precio de la madera.
“La economía verde trata de ser más eficiente en la forma en que uno usa sus recursos”, dijo Grace Wong, investigadora del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), quien también es miembro de un grupo de trabajo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre REDD+ en una economía verde.
“Se trata de entender el valor real de los recursos naturales para que la forma en que se los use y las decisiones políticas que se tomen, reflejen todos esos valores”, dijo Wong al margen del Simposio Mundial ONU-REDD realizado en Yakarta en el mes de junio.
“Reflejar el verdadero valor de los bosques en una economía verde significa que el encargado de tomar decisiones está comparando más opciones y pensando de manera holística acerca de los bosques, para que no se los considere solamente por su madera”.
Por servicios brindados
Se estima que los bosques contribuyen con más de 400 mil millones de dolares a la economía mundial, según estadísticas de la ONU. Sin embargo, esta cifra incluye solamente la producción y procesamiento de la madera y sus productos derivados.
“Los bosques siempre son subvalorados porque la suma total de todos los servicios que brindan no se toma en consideración”.
La lista de servicios ecosistemicos que brindan los bosques es larga y muy amplia, tal como se ha documentado en numerosos estudios. Los bosques brindan hábitat y agua limpia, regulan el clima local y mundial, amortiguan eventos climáticos, protegen las cuencas, el flujo del agua y los suelos, almacenan carbono, producen oxígeno y apoyan el ciclo de polinización y nutrientes. Igualmente brindan recursos genéticos para los cultivos y tienen valores espirituales, culturales, recreativos y turísticos.
A pesar de la crucial importancia de los servicios forestales para la supervivencia humana, su naturaleza omnipresente e invisible hace que exista la tendencia a darlos por sentado y percibirlos como algo “gratuito”, pero varios sistemas contables muestran una evaluación diferente.
Por ejemplo, cuando uno suma los costos económicos de las emisiones de gases de efecto invernadero, la pérdida de recursos naturales, la pérdida de servicios basados en la naturaleza como el almacenamiento de carbono, el cambio climático y la salud relacionada con la contaminación, las principales 100 externalidades ambientales le cuestan a la economía mundial alrededor de 4.7 trillones de dólares al año, de acuerdo con un informe reciente de The Economics of Ecosystems and Biodiversity (TEEB).
Un ejemplo de particular relevancia para los bosques es la ganadería en Sudamérica, principal causa de la deforestación en esa región; Pavan Sukhdev, director ejecutivo de GIST Advisory y líder del estudio TEEB, les dijo a los delegados en su discurso durante el Simposio Mundial de ONU-REDD: La industria obtiene ingresos anuales de alrededor de 16.6 mil millones de dólares, pero sus costos en capital natural se estiman en 353.8 mil millones de dólares.
Contando con los árboles
En ausencia de mercados formales, se tiende a no incorporar los activos naturales en la toma de decisiones. Una excepción es ONU-REDD+, mecanismo mundial creado para entregar recompensas financieras a los países que reducen las emisiones de carbono derivadas de la deforestación y la degradación forestal. Al darle un valor de mercado al carbono, REDD+ está creando valor para el importante servicio que brinda el bosque en la mitigación del cambio climático a través de la captura de carbono.
“REDD+ es una manera de compensar parte del valor de los bosques y corregir las deficiencias de mercado que han llevado a la deforestación”, dijo Wong.
“Así, REDD+ podría ser un catalizador hacia decisiones más sostenibles con respecto a los bosques, y esto encaja bien dentro de la meta de una economía verde”.
Kenia está evaluando el valor económico de los bosques más allá de solamente la madera, como se puede ver en el “Informe sobre Recursos Forestales en Kenia”, presentado por Samuel Muriithi, Jefe de Economía para el Servicio Forestal de Kenia en el simposio ONU-REDD.
Muriithi mencionó el ejemplo de una evaluación de los servicios de las áreas de captación compuestas por bosques con dosel cerrado. Cuando se tomó en cuenta los servicios de purificación del agua y de regulación del clima local, el suministro de agua, la erosión, los peligros naturales y las enfermedades, las pérdidas asociadas con la tala superaron los beneficios en 2.8 veces.
Kenia forma parte del número creciente de países en desarrollo que se están comprometiendo con REDD+ y la planificación para una economía verde, como se ve en su estrategia nacional “Visión 2030”. En Vietnam—donde también se han emprendido actividades de REDD+ —la contabilidad del capital natural se está integrando en la planificación, y a partir del 2014 se usará el PIB verde como un indicador clave de desarrollo.
El precio del bienestar
A los beneficios sociales y de bienestar que brindan los servicios forestales también se les puede asignar un valor económico, mencionó Chris Webb de la firma de servicios profesionales PricewaterhouseCoopers durante el simposio de ONU-REDD.
Webb mencionó a la agricultura sostenible —que evita la deforestación extendida – y sugirió que se podrían cuantificar los beneficios sociales de la mejora del rendimiento de cultivos o el uso más eficiente del agua.
“El aumento del rendimiento podría mejorar la nutrición de las comunidades locales y los trabajadores, mejorar la salud de las personas, disminuir los días de ausencia por enfermedad, dar una esperanza de vida más larga, más productividad: eso tiene beneficios para una economía”, dijo.
“Pienso que hay más beneficios, sociales, económicos y ambientales que necesitamos entender en conjunto, para poder realmente comprender el valor de realizar actividades sostenibles”, indicó.
No se puede poner un valor monetario a todo, dijo Wong, pero un enfoque más holístico nos revelará a qué si se puede.
“No me atrevería a ponerle un valor monetario a los valores culturales por ejemplo, pero hay esfuerzos para incorporar otros valores sociales, tales como la equidad y la inclusión”.
“Por ejemplo, si uno es incluyente en la forma en que planifica el uso del bosque o la extracción de sus recursos, el valor está en una reducción de conflictos potenciales en el futuro, y por lo tanto se evitan altos costos operativos y riesgos durante la implementación. Se trata de pensar con mayor amplitud acerca de todos los efectos de una decisión”.
Para mayor información sobre los temas tratados en este artículo, sírvase contactar a Grace Wong en g.wong@cgiar.org
El presente trabajo es parte del Programa de Investigación de CGIAR sobre Bosques, Arboles y Agroforestería.
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