Este artículo fue escrito por Lorraine Potter de Inga Foundation. Traducido por Forests News.
Hace cinco años, el agricultor hondureño Damas Nunez había llegado a un punto de desesperación económica y decidido que la mejor opción que tenía para alimentar a su familia era huir al norte, hacia Estados Unidos, a pesar de los riesgos que eso implicaba.
Hizo una visita de despedida a un amigo que tenía una chacra en el alto del Valle Cangrejal y se sorprendió al ver un hermoso cultivo de maíz y una gran pila de leña, suficientes para un año.
Su amigo Eli Cruz había implementado un nuevo sistema agroforestal conocido como el Inga alley cropping (cultivo en callejones de Inga) que fue introducido en Honduras por la Fundación Inga. La técnica había transformado por completo las tierras de Eli, proveyéndolo de mejoras.
Damas, entonces, visitó la parcela modelo de la Fundación Inga, obtuvo sus propias semillas para cultivar y el equipo le mostró cómo revitalizar su tierra degradada con la plantación de cercos vegetales de Inga edulis. En la actualidad, Damas cuenta con cultivos comerciales para venta y seguridad alimentaria.
Desde 2012, el sistema agroforestal innovador de la Fundación Inga ha transformado radicalmente las vidas de 300 familias de Honduras que practican agricultura de subsistencia, plantando más de 3 millones de árboles y convirtiéndose en un modelo real de sostenibilidad medioambiental y resiliencia ecológica.
Damas y su familia siguieron los pasos de 40 familias que en 2012 plantaron la mitad de sus tierras – menos de una hectárea en extensión- con callejones de Inga y la otra mitad con técnicas de cultivo tradicionales. Ese año, América Central fue afectada por una sequía severa, seguida de lluvias torrenciales y las familias temieron que sus cultivos se perdieran.
Sin embargo, los árboles de Inga probaron su resiliencia. Solo hubo unas pocas pérdidas y, a pesar de que los cultivos plantados entre los callejones produjeron cosechas modestas, tuvieron una fuente esencial de alimento en medio de la precariedad. Los agricultores notaron que sus parcelas cultivadas con técnicas de agricultura itinerante no habían producido nada y el suelo había sido barrido, mientras que sus primeros cultivos en callejones de Inga habían dado una cosecha.
La Inga edulis, nativa y de crecimiento rápido, es la especie principal de árbol, pero también se usan otras especies indígenas. En total, el equipo Inga ha plantado 3 millones de árboles desde 2012 – los viveros han producido 250 mil plantas de cacao, rambután, cítricos, paltas y 75 mil plantas de pimienta negra. Y se han distribuido más de 100 mil plantones de árboles de madera dura. Las especies incluyen caoba (Swietenia macrophylla), laurel negro (Cordia megalantha), nogal (Juglans olanchana) y marapolán (Guarea grandifolia). En 2019, se incluyeron en la distribución ciruelillo (Astronium graveolens), granadillo (Dalbergia spp.) y 70 mil plantones de redondo (Magnolia yoroconte), que está considerado como altamente vulnerable.
El método Inga alley cropping, en callejones formados por árboles de Inga se sustenta en más de 25 años de investigación y ensayos en la Universidad de Cambridge a cargo del fundador y director de la Fundación Inga, el ecólogo tropical Michael Hands. Su investigación se centra en las técnicas agrícolas que protegen la tierra contra la degradación. Con el uso del método tradicional conocido como agricultura itinerante o, anteriormente, de “roza y quema” para preparar la tierra para la plantación, la tierra se vuelve infértil, es invadida por maleza, se erosiona y deja a los agricultores con superficies limitadas que no producen cultivos saludables. Anteriormente, los agricultores optaban entonces por trasladarse a otra parcela.
Actualmente, con la implementación del método Inga alley cropping, las familias obtienen “tierra de por vida”, la capacidad de permanecer en la misma parcela de tierra indefinidamente y de regenerar tierras escarpadas o degradadas que han sido abandonadas por “estériles” por más de 50 años.
Hands y un equipo hondureño de ingenieros forestales, agrónomos y personal de campo y de viveros han promovido el método Inga alley cropping en 15 países, incluyendo Honduras, con capacitación y provisión de semillas a costo cero.
El modelo que usa árboles de Inga no solo es una alternativa al cultivo itinerante, también es la solución para detenerlo. Muy raras veces, se ha encontrado una solución más simple y exitosa para los problemas mundiales más serios.
Ahora, en el año 9 de los 10 años del programa “Tierra de por vida” en Honduras, el modelo Inga alley cropping se encuentra en ascenso y más de 200 familias están en la lista de espera para obtener semillas y capacitación que les permitan hacer sus propios “callejones de Inga”.
La Inga, de crecimiento rápido y gran variedad (más de 300 especies), es fácil de germinar, resistente a las enfermedades, puede prosperar en laderas escarpadas y degradadas y sobrevivir tanto a 7 meses de sequía como a 8 pulgadas de lluvia en 18 horas.
Cuando los árboles de Inga tienen entre 10-15 pies de altura, son podados hasta cierta altura, las hojas se arrancan y se utilizan como abono, y las ramas se convierten en preciada leña. Los árboles necesitan solo un recubrimiento ocasional con fertilizante “K-Mag” y roca fosfórica, a través del cual (y con la investigación de la Universidad de Cambridge de más de 15 años en parcelas piloto) Hands resolvió el problema de los suelos al descubrir que la falta de disponibilidad de fósforo en el suelo era la clave.
El sol tiene más opción de llegar a las semillas de maíz o frejoles que son plantadas entre hileras de árboles; y cuando termina su temporada, la Inga rebrota y el ciclo se repite.
El programa crea un ecosistema integrado que brinda un medio orgánico y resiliente para la subsistencia de las familias agricultoras en los trópicos, para lograr seguridad alimentaria y a la vez proteger hábitats de vida silvestre, fuentes de agua y mejorar los suelos.
El cultivo en callejones de Inga aborda:
- La seguridad alimentaria: el 100 % de las familias con cultivos en callejones de Inga (entre un año y medio y dos años) lograron seguridad alimentaria
- La insostenibilidad de la agricultura de roza y quema y la prevención de incendios involuntarios
- La captación o almacenamiento y evitación de emisiones de carbono (180,000 toneladas de 2012 a 2019)
- La regeneración de tierras degradadas: tierras escarpadas, estériles o abandonadas reverdecidas entre un año y año y medio –2500 acres entre 2012 y 2019–
- La mejora en la nutrición y la reducción de la atrofia en el crecimiento: todos los cultivos y granos son orgánicos (pimienta negra, cúrcuma, piña, pimienta inglesa, rambután, cítricos, cacao, vainilla)
- La protección de las cuencas hidrográficas: ríos, océano y arrecifes
- La mejora en los medios de vida rurales: cultivos comerciales, ausencia de deudas o préstamos en las familias
- La eliminación de la erosión y deslizamientos
- La provisión de leña renovable de la poda anual, sin tala de árboles del bosque
- La reducción de la migración a las ciudades y de los refugiados por el clima
- La eliminación de herbicidas y pesticidas
- La eliminación del uso de fertilizantes e insumos químicos, de semillas genéticamente modificadas y maquinaria pesada
- El trabajo conjunto de toda la familia –cerca de casa– y sin necesidad de tecnología
- La resistencia a los efectos climáticos –las familias cultivan frejoles o maíz sin irrigación ni lluvia pues la cubierta de restos orgánicos mantiene el suelo fresco y retiene el agua–
- El cumplimiento de 11 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU de manera positiva, sin impacto negativo alguno en los otros 6.
La regeneración de tierras escarpadas y degradadas es la mayor oportunidad y de menor costo para la restauración de paisajes forestales y la recuperación de carbono: la tierra erosionada y estéril se restaura en 2 años con el Inga Tree Model y se convierte en parcelas sostenibles para la seguridad alimentaria, la restauración del ecosistema y el manejo económico.
El modelo de la Fundación Inga puede ser replicado a escala en toda la zona de bosques húmedos de Honduras, el resto de Centroamérica y en Sudamérica.
Hemos promovido la réplica del cultivo en callejones de Inga en 15 países con grupos de agricultores, ONG y actores gubernamentales por medio de capacitación.
“Estaba trabajando para alguien más a cambio de tan poco que cuando no encontraba trabajo, no podía alimentar a mi familia. Pero ahora, con el cultivo en callejones de árboles de Inga, soy un productor”, relató Damas.
Descargo: Todas las opiniones vertidas en este artículo corresponden al autor y no al Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
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