En el reciente Congreso Forestal Mundial 2022 en Seúl, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) presentó el informe sobre Estado de los Bosques del Mundo (SOFO, por sus siglas en inglés), que se publica cada dos años.
Este informe resalta el papel fundamental que los bosques y los árboles pueden desempeñar para ayudar al mundo a recuperarse de la pandemia de COVID-19 y para abordar las crisis medioambientales, tales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, si son debidamente valorados.
Dentro de la búsqueda de una “recuperación ecológica” compleja pero crucial, el destino de la cuenca del Amazonas es especialmente importante, pues se trata de un elemento decisivo en el sistema climático de nuestro planeta: sus bosques funcionan como una gigantesca unidad de aire acondicionado, que mantiene fresca la superficie del suelo y genera precipitaciones, y a la vez almacenan cerca de 130 mil millones de toneladas métricas de carbono ( el equivalente a casi una década de emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial).
Casi una sexta parte de todos los flujos de agua dulce de la Tierra discurren por sus ríos y corrientes. Esta cuenca también alberga una gran parte de la biodiversidad mundial, con 22 por ciento de las especies vegetales vasculares tropicales, 14 por ciento de las aves tropicales y 13 por ciento de los peces de agua dulce. Este bioma también cobija a un gran sector de comunidades humanas (cuya ocupación se inició hace unos 12 mil años) y a aproximadamente 47 millones de personas (entre pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y otros) que viven actualmente en la región.
Pero estos atributos no han sido aún suficientes para salvar a la Amazonía de la deforestación causada por la expansión agrícola, que continúa avanzando y que se está intensificando en varias zonas –en algunos casos, exacerbada por los cierres, las restricciones en los presupuestos y la nueva priorización de fondos provocada por la pandemia de COVID-19; y por otras cuestiones relacionadas con las políticas, la gobernanza y la economía.
Por ejemplo, en la Amazonía brasileña, la tasa de deforestación anual entre 2020 y 2021 fue la más alta en 15 años; en la Amazonía peruana “la pérdida de cobertura forestal en 2020 aumentó en casi 37 por ciento en comparación con 2019 y se produjo un incremento de incidentes violentos contra líderes indígenas y defensores medioambientales”, indicó Manuel Guariguata, científico principal del Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación en Agroforestería (CIFOR-ICRAF), y líder del equipo en Perú.
La deforestación y degradación, junto con el cambio climático, crean mecanismos de respuesta negativos que reducen la resiliencia de los bosques. Por eso, el bioma se encuentra ahora peligrosamente cerca de un “punto de inflexión”, en el que perdería su capacidad de recuperación ante eventos como la deforestación, la sequía y los incendios y se transformaría irreversiblemente en una sabana árida.
Según el informe 2021 del Panel Científico por la Amazonía, que reunió a más de 200 científicos e investigadores destacados de los ocho países amazónicos y de la Guyana Francesa, así como a socios mundiales, la Amazonía oriental podría experimentar hasta un 95 por ciento de pérdida forestal para 2050.
“Sería un mundo que no podemos imaginar o entender, pero este escenario se basa en algunos de los mejores datos científicos que tenemos disponibles”, advirtió Amy Duchelle, líder del equipo de Bosques y Cambio Climático de la FAO y es miembro del Panel Científico, durante un seminario web del Global Landscapes Forum (GLF) realizado en vísperas del congreso forestal mundial. “Son de señales de advertencia muy, muy claras”.
Esas advertencias, sin embargo, no son aún un hecho consumado. El informe SOFO describe varias vías para proteger y restaurar los bosques, así como para respaldar la recuperación económica y medioambiental: detener la deforestación y mantener los bosques, restaurar las tierras degradadas y expandir la agroforestería, usar los bosques sosteniblemente y desarrollar cadenas de valor verdes.
Todas estas vías tienen una importancia particular en el contexto de la Amazonía.
“La Amazonía tiene vastas extensiones de tierra que han sido convertidas en pastizales o tierras degradadas y que pueden ser restauradas por medio de una combinación de agricultura regenerativa y agroforestería biodiversa junto con medidas que permitan y gestionen la regeneración natural”, dijo Andrew Miccolis, científico principal de CIFOR-ICRAF y coordinador del equipo de Brasil.
“Combinar estos métodos a nivel de parcelas y del paisaje permitiría una ‘restauración productiva’, que satisface los objetivos relacionados con los medios de vida de los agricultores y proporciona servicios ecosistémicos clave”.
En el estado brasileño de Pará, CIFOR-ICRAF está trabajando con el gigante corporativo Amazon.com, The Nature Conservancy y con comunidades y productores locales para establecer sistemas agroforestales diversificados en pastizales degradados y así apoyar la creación de cadenas de valor que les sean de utilidad.
“La pandemia ha subrayado la necesidad de crear cadenas de abastecimiento más cortas y sistemas más diversos y resilientes”, explicó Vincent Gitz, director de programas y plataformas en CIFOR-ICRAF.
“Existe un gran potencial para impulsar una bioeconomía circular, pero necesitamos hacer que este concepto funcione para las poblaciones locales, con el fin de que se apropien de él y lo gestionen de acuerdo con sus prioridades”, añadió.
“Las soluciones tecnológicas diseñadas con los actores y adaptadas a sus condiciones específicas (es decir, desarrollar soluciones con y no para los agricultores) tendrán muchas más probabilidades de éxito que aquellos paquetes técnicos ya existentes”, señaló Miccolis. “El principal incentivo que muchos agricultores necesitan para restaurar las tierras degradadas y convertirlas en bosques frondosos es darles las condiciones para que incluyan cultivos y árboles aprovechables en esas áreas”.
De la misma forma, Guariguata resaltó la necesidad de centrarse en las comunidades indígenas y locales en la búsqueda para desarrollar y mantener alternativas favorables a los bosques.
“El SOFO destaca que detener la deforestación es un camino clave”, dijo. “En el contexto amazónico, se debe poner atención especial al papel ya demostrado por las comunidades indígenas y locales en esta tarea”, indicó. “Casi la mitad de los bosques primarios o intactos en la cuenca del Amazonas se encuentra dentro de tierras indígenas formalmente reconocidas”.
Fortalecer la ciudadanía, la gobernanza, el manejo de recursos y los derechos de tenencia en la Amazonía será una parte fundamental de este enfoque, señaló Duchelle.
Como subrayó el informe del Panel Científico, la diversidad sociobiológica del bioma es una de sus ventajas más resaltantes. Los habitantes de la Amazonía han dado forma a sus paisajes por milenios y esta región es uno de los pocos centros independientes de domesticación de plantas en el mundo.
“Hay un gran potencial para valorar realmente esa diversidad y crear una bioeconomía innovadora”, indicó Duchelle. “Las semillas están ya ahí y existe una gran oportunidad para hacer realidad la visión de una Amazonía viva propuesta por el Panel Científico en el informe sobre la Amazonía”.
Para más información sobre este tema, contacte a Vincent Gitz en v.gitz@cgiar.org.
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