Río de Janeiro, Brasil (2 de julio de 2012) _ Los modelos para la gestión de bosques por pequeños agricultores y comunidades necesitan ser replanteados, si se quiere que la certificación tenga éxito – herramienta clave para asegurar la gestión sostenible de los bosques – de acuerdo con los científicos del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
En una presentación paralela a la Conferencia Río+20 en Brasil, en un evento organizado por el Consejo de Administración Forestal, la científica de CIFOR Amy Duchelle dijo que los marcos de trabajo y modelos actuales para la gestión de los bosques con frecuencia no reflejan la realidad en el terreno.
El Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés) es una entidad que supervisa la certificación de productos forestales para que los consumidores puedan estar seguros que dichos productos están siendo gestionados de manera responsable. La creciente demanda de productos certificados crea un incentivo para que los propietarios y administradores de bosques empleen mejores prácticas sociales y ambientales.
FSC cuenta con sistemas bien desarrollados para bosques gestionados comercialmente – pero ha sido más complejo formalizar las formas en que las comunidades han gestionado los bosques por cientos de años.
“FSC ha desplegado esfuerzos importantes para tratar de involucrar a los pequeños agricultores – han habido muchas iniciativas piloto y se ha obtenido algunas lecciones útiles”, dijo Duchelle.
“Estos logros no se pueden descartar debido a algunos casos frustrantes – pero existe la necesidad de reconocer que los sistemas formales, incluyendo las políticas de silvicultura, con frecuencia están totalmente fuera de sintonía con las realidades locales”.
“No podemos forzar a las comunidades a que actúen como empresas”.
Las incómodas nueces de Brasil bolivianas
Un caso frustrante investigado por CIFOR – un bosque de nueces gestionado por la comunidad en el norte dela Amazonía boliviana – demuestra porqué la formalización de la tenencia habitual, sin hablar de la certificación completa, puede ser una tarea difícil.
Este bosque no cuenta con certificación de FSC – pero destaca algunas de las razones porqué la certificación todavía está lejana para muchos bosques gestionados por la comunidad.
Tradicionalmente cada familia en la comunidad cosechaba en un grupo particular de árboles de castañas– pero cuando el control sobre los bosques fue transferido oficialmente por el gobierno boliviano a la comunidad, el mapa de títulos formales aisló a muchas familias de sus árboles.
El cálculo del gobierno para el título de la comunidad se basaba en500 hectáreasde árboles para cada familia, lo que creó una expectativa equivocada de que las parcelas individuales serían delineadas, y el temor de que las familias podrían perder el acceso a sus áreas habituales.
“Las denuncias de robos de nueces entre los miembros de la misma comunidad en esta región fueron bastante altas, las que nosotros atribuimos – por lo menos en parte – a la inseguridad asociada con la formalización de los derechos de propiedad habitual”, dijo Duchelle.
Adicionalmente, si las castañas en este bosque fueran a ser certificadas por FSC, bajo la ley boliviana la comunidad requeriría un plan de gestión forestal que ordena zonas rotativas ´de no extracción´, o dejar seis por ciento del área sin tocar para fines de conservación.
Sin embargo, la investigación de CIFOR ha mostrado que esto no tiene nada que ver con la ecología de la nuez de Brasil o con prácticas de gestión local, y ocasionaría más conflictos, ya que una familia necesariamente perdería si sus árboles fueran declarados parte de la zona ´de no extracción´.
“Esto realmente no funciona – la ley y la realidad local no coinciden y la certificación FSC para las castañas de Brasil en Bolivia no ha despegado”, dijo Duchelle.
Nuevo paradigma
Duchelle explicó que ejemplos como este refuerzan la necesidad de cambiar nuestro enfoque.
“Necesitamos construir algo más genuino, basado en lo que realmente está sucediendo en el terreno”, dijo.
“Estamos desencantados al ver que el modelo existente para la gestión forestal por parte de la comunidad fracase una y otra vez – las familias se salen de los programas, se gastan decenas de millones de dólares en áreas pequeñas, y ¿cuál es el impacto real de todo ese dinero y trabajo?”
“Si bien esta cantidad de iniciativas ha sido fundamentalmente importante para el aprendizaje, quisiéramos ver algo mejor”.
Este nuevo paradigma es un trabajo en curso, pero bajo el liderazgo del científico senior Peter Cronkleton, CIFOR se ha embarcado en un esfuerzo para empezar a repensar el modelo para la gestión de los bosques por pequeños agricultores y comunidades.
“Es realmente importante mirar varias décadas atrás y observar el trabajo de gestión forestal por las comunidades, es momento de consolidar las lecciones aprendidas en todo el mundo sobre estos ejemplos diferentes”, dijo Duchelle.
“Estamos reuniendo a un grupo creativo de pensadores para tratar de avanzar y establecer algunas nuevas formas de pensamiento acerca de estos problemas”.
Un elemento clave es reconocer la diversidad de los grupos locales que gestionan los bosques y los recursos forestales.
“Estas personas son madereros, recolectores de productos forestales no maderables, productores de carbón, agricultores, pescadores, agricultores forestales, y muchos de ellos son todas estas cosas al mismo tiempo, porque la mayoría de estas actividades son estacionales”, dijo Duchelle.
“Hablamos de millones de personas, y es muy difícil categorizar a este grupo”.
Duchelle manifiesta que esto significa que necesitamos cuestionar nuestros supuestos.
Explicó que “los tipos de productos forestales usados por los pequeños agricultores, su participación local en los mercados, las clases de toma de decisión que hacen estas personas, pueden no caer en los casilleros que hemos tratado de crear – por ejemplo, las personas pueden no estar tomando decisiones colectivamente, a pesar de que queremos que lo hagan”.
“Estamos tratando de repensar algunos de estos supuestos y paradigmas y tratar de avanzar a partir de ello, para que podamos involucrar realmente a la población local en la silvicultura en una manera que funcione”.
El caso de robos de castaña de Brasil se comenta en un trabajo publicado por Amy Duchelle y sus colegas en la revista Ecología y Sociedad en 2011.
Smallholder and community forest management in the tropics: what we know and where we are going
Más presentaciones de CIFOR
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La Economía Indígena Autodeterminada en la Amazonía Peruana
Existen muchos estudios que dan cuenta de experiencias de convivencia entre pueblos indígenas y bosques no sólo para la Amazonía peruana sino en general para la cuenca amazónica. Estas experiencias se basaban fundamentalmente en imitar la estructura y funcionamiento de los bosques para poder contar con múltiples productos de los bosques, esquema funcional para economías centradas en la autosubsistencia y bajo condiciones de baja densidad poblacional y sin mayores presiones de actores externos.
Con el tiempo, aparecieron nuevos factores que presionaron para un uso más intensivo de la tierra y de los recursos del bosque, la población indígena se incrementó y aparecieron nuevas necesidades por satisfacer. Es así como apareció la propuesta externa de manejo forestal comunitario con una lógica de articulación al mercado y de formalización en el marco de los Estados nacionales. Todas estas propuestas fueron generadas con las mejores intenciones de contribuir a mejorar la calidad de vida de las comunidades.
Después de algunas décadas de trabajo pocas son las experiencias de manejo forestal comunitario que han logrado despegar de manera autónoma, otras subsisten por la existencia de subsidios. Los subsidios no deben verse necesariamente como algo negativo pues forman parte de las políticas de inclusión social de los gobiernos como inversiones necesarias para contar con actores productivos que enriquezcan la economía formal. La pregunta que hay que hacerse es de qué manera los subsidios pueden en realidad convertirse en factores estratégicos de ciudadanía económica o en qué medida han estado o están contribuyendo a la artificialización de los sistemas productivos.
Múltiples son los problemas que explican por qué el manejo forestal comunitario no ha tenido el éxito esperado. Algunos de los problemas centrales que se señalan refieren a la debilidad organizativa y las limitaciones para la comercialización de la producción forestal. Habría que profundizar si estos son los problemas reales o hay otros que no han recibido suficiente atención.
Mientras el modelo empresarial subyacente en los promotores externos del manejo forestal comunitario ven en la acumulación un valor legítimo por el cual vale la pena desplegar esfuerzos, recursos y capacidades en el campo se verifica que no siempre prima esta única variable. Para los pueblos indígenas existen valores del buen vivir que van más allá de los enfoques crematísticos, por ejemplo, valoran la salud, la disponibilidad de alimentos, la posibilidad de poder compartirlos, la unidad familiar, entre otros valores.
Hay que estar claro, no obstante, que las comunidades indígenas se encuentran en un fuerte proceso de aculturación por lo que es posible encontrar diferentes matices respecto al grado de “pureza” de la matriz cultural original. Ello en función a que la cultura no es estática y es más bien su dinamismo y sus interacciones los que le dan vida. En las comunidades se puede encontrar diferentes intensidades de convivencia y de oposición entre los valores de solidaridad, reciprocidad y acumulación. Así mismo, se puede encontrar diferentes grados de sintonía entre el discurso y la práctica. Por ejemplo, aunque una respuesta mayoritaria indica la necesidad de realizar actividades productivas para generar ingresos no siempre las actitudes y prácticas van en la misma dirección.
Para hacer manejo forestal comunitario articulado a mercados y al Estado se necesita que las comunidades acepten un tipo de organización, una forma y ritmo de trabajo y la sujeción a normas y procedimientos oficiales. La premisa de las instituciones externas parece haber sido “para superar las condiciones de pobreza es importante que adopten las medidas que les estamos indicando pues es por su bien”. ¿Realmente las comunidades han asumido alterar su cultura para convertirse en exitosos empresarios forestales?
A las comunidades se les evalúa bajo la plantilla de empresas modernas y eficientes. Como consecuencia se encuentra: deficiente organización, falta de capacidades técnicas, falta de capacidades empresariales, falta de capacidades de comercialización y muchas otras falencias. Por añadidura los esquemas de manejo forestal y la estructura administrativa no calzan con los ritmos, tiempos y dinámicas de las comunidades.
Habría que preguntarse entonces si es que son las comunidades las que están fallando o son los promotores externos del manejo forestal que no han logrado entender la forma de apoyar a las comunidades sin que al final se genere mayor frustración de la que había inicialmente o lo que es peor la comunidad termine con deudas que no tenía en el punto de inicio del proyecto.
Ello nos está indicando que hasta ahora el tema de la interculturalidad no ha sido suficientemente abordado en las experiencias de manejo forestal comunitario. El reto es encontrar pistas para desarrollar experiencias de negocios culturalmente sensibles.
Es en este contexto que la propuesta de Economía Indígena Autodeterminada parte por reconocer que es la propia comunidad la que tiene que definir el ritmo con el que quiere correr, si es que así lo decide, y no suponer automáticamente que las comunidades están dispuestas a embarcarse en la aventura de convertirse en una empresa forestal exitosa, es decir generando ingresos económicos.
Esta perspectiva no tiene nada que ver con enfoques ya superados de autarquía comunitaria sino de reconocer en su real dimensión el derecho al autodesarrollo y el derecho a la autodeterminación económica. Esta no es una propuesta que privilegie únicamente los planteamientos comunitarios, sino que redefine los roles de los promotores externos que cumplen el rol de facilitadores del proceso, con información, con visualización de alcances, escenarios, tendencias y todo aquello que permita a la comunidad la mejor toma de decisiones.
Es la propia comunidad, informada y con un proceso profundo de reflexión y capacidad de propuesta, la que decide el grado de articulación al mercado. Decide además autónomamente qué aspectos de su cultura quiere mantener o cambiar con la finalidad de incursionar en el manejo forestal comunitario. Esto cambia las prácticas de las organizaciones promotoras que se mueven por tiempos, recursos e indicadores que tienen la única racionalidad de la eficiencia empresarial.
La propuesta de Economía Indígena Autodeterminada no se asocia ni con la economía de subsistencia ni con la economía de la acumulación pues éstas no son las categorías con las que se las evalúa. El indicador de éxito tiene que ver un balance energético y cultural positivo y no tanto por las cuentas contables, aunque no se dejen de hacerlas. Así como es más prudente subirse al potencial biótico del bosque para hacer bionegocios sostenibles también es más apropiado subirse a la energía social o cultural de las comunidades para no generar angustias ni tensiones innecesarias. Es la propia comunidad la que decide el grado de intensidad del sistema productivo y de comercialización. Bajo esta óptica no todo pasa por proyecto financiado externamente, ni todo pasa por las sagradas recomendaciones de la técnica forestal. Implica también que la administración pública forestal debe adecuarse a esta realidad múltiple y no pretender que todos los actores, sin ningún criterio de interculturalidad, se asimilen a su propuesta administrativa y procedimental, que muchas veces no son efectivas ni para el productor forestal convencional.
Aqui dejo dos videos que sirven como testimonio del Manejo Forestal Comunitario Sostenible desarrollado en algunas partes de Mexico y Centroamerica.
Espero sirvan para alimentar el dialogo sobre este tema y para demostrar que son experiencias existentes, no solo teorias: