Opinan los expertos

Soya y bosques en el arco de la deforestación de Brasil: ¿Una tregua temporal?

Teniendo en cuenta el rápido aumento en la demanda de productos como el aceite de palma, la soya y la carne, así como la disminución en las tierras disponibles para la agricultura, ¿pueden los bosques sobrevivir? ¿Podemos alimentar, vestir y darle un techo al creciente número de miles de millones de personas en el planeta sin destruir los bosques tropicales? Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de varias instituciones norteamericanas y brasileñas sugiere que posiblemente se ha logrado la promoción de un uso más eficiente de las tierras agrícolas y la aplicación de medidas contra la deforestación en lo que alguna vez fuera el área de pérdida de bosques más conocida del trópico: “el infame arco de deforestación”, situado en la franja sur de la amazonia brasileña.
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La expansión de la soya podría no ser el gran enemigo de los bosques en Brazil. Fotografía cortesía de Neil Palmer/CIAT.

Teniendo en cuenta el rápido aumento en la demanda de productos como el aceite de palma, la soya y la carne, así como la disminución en las tierras disponibles para la agricultura, ¿pueden los bosques sobrevivir? ¿Podemos alimentar, vestir y darle un techo al creciente número de miles de millones de personas en el planeta sin destruir los bosques tropicales? Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de varias instituciones norteamericanas y brasileñas sugiere que posiblemente se ha logrado la promoción de un uso más eficiente de las tierras agrícolas y la aplicación de medidas contra la deforestación en lo que alguna vez fuera el área de pérdida de bosques más conocida del trópico: “el infame arco de deforestación”, situado en la franja sur de la amazonia brasileña.

En su estudio, centrado en las tendencias recientes de la producción de soya y en los cambios en la cobertura forestal en el estado de Mato Grosso, Marcia Macedo y sus colaboradores demuestran que se puede romper el vínculo, aparentemente inevitable, entre crecimiento agrícola y pérdida de bosques, y que se pueden alcanzar simultáneamente los objetivos de conservación forestal y de aumento en la oferta de alimentos, fibras y combustibles.

Los autores  llevaron a cabo su investigación en Mato Grosso durante el periodo 2006-2010, cuando la tasa de deforestación de este estado fronterizo, notoriamente alta, se redujo a sólo 30% de lo que había sido la década anterior. En el mismo quinquenio, la producción agrícola en Mato Grosso alcanzó niveles sin precedentes.

Macedo y sus colaboradores utilizaron datos obtenidos a través de sistemas de detección remota y estadísticas referentes a los cambios en la cobertura de tierras y la producción agrícola recolectados por el gobierno de Brasil. Los investigadores determinaron que mientras el 78% del aumento en la producción de soya durante el periodo 2006-2010 se debió a la expansión agrícola en nuevas áreas (Mato Grosso lidera la producción de soya en Brasil), el 91% de dicha expansión ocurrió en tierras que habían sido desmontadas anteriormente, con frecuencia para habilitar áreas para pastoreo. La expansión no requirió la tala de bosques. El otro 22% del aumento en la producción de soya se debió a un mayor rendimiento por área.

Las medidas que combaten la deforestación pueden haber afectado al sector agrícola

Los autores destacan que la reducción en la tala de de bosques “coincidió con el colapso de los mercados de productos básicos”, pero que también durante ese mismo periodo se implementaron políticas contra la deforestación. Este último cambio sugiere que el declive en las tasas de deforestación no sólo se debió a la crisis financiera. En efecto, la rentabilidad en el sector de la soya en Mato Grosso volvió a niveles previos al 2006, pero la deforestación continuó disminuyendo, lo que sugiere que las “medidas que combaten la deforestación pueden haber afectado al sector agrícola”. Estos datos son ciertamente promisorios aunque también plantean serias interrogantes que los autores han tratado de abordar en su estudio.

Una de las preocupaciones está vinculada a las “fugas” o la posibilidad de que la deforestación evitada en Mato Grosso simplemente se haya trasladado a otro lugar. Macedo et al. encontraron pocas pruebas de “fugas directas como resultado de la expansión de los cultivos de soya” en regiones cercanas al tan amenazado Cerrado de Mato Grosso, y durante ese tiempo las tasas de deforestación en varios estados vecinos ricos en bosques en la Amazonia brasileña también experimentaron una reducción. Sin embargo, los autores advierten que no se debería excluir la posibilidad de que se dieran cambios indirectos en el uso de tierras y fugas en otras regiones más distantes”.

La otra interrogante es, por supuesto, ¿puede la expansión de la agricultura sin deforestación agregada durar en Mato Grosso y en otros lugares? Según los autores, algunos cambios recientes sugieren que este podría ser el caso. El gobierno brasileño ha invertido considerablemente en el monitoreo y la aplicación de medidas contra la deforestación, y tanto el gobierno como algunos grupos de la industria han “creado poderosos desincentivos para la expansión hacia tierras con bosques”. Sin embargo, los autores advierten que mantener las reducciones en las tasas de deforestación en el marco de la pujante economía agrícola brasileña necesitará también nuevos incentivos de políticas que promuevan el uso efectivo de tierras degradadas, especialmente a medida que el desarrollo de infraestructura facilite el acceso a las tierras forestales remanentes en la región y las nuevas tecnologías hagan su uso potencial más rentable.

Las advertencias de estos autores son oportunas. Informes recientes de la región sugieren ya un posible aumento en las tasas de deforestación y las consecuencias de la controvertida Ley Forestal en Brasil siguen siendo inciertas. Es difícil prever las nuevas presiones que supondrán el próximo gran auge económico y el aumento en los precios de los productos básicos sobre los bosques remanentes del trópico.

No obstante, resulta evidente que tanto las sociedades como los gobiernos deberán considerar con mucho cuidado estrategias apropiadas, multifacéticas y específicas al contexto así como incentivos de políticas, si realmente desean equilibrar las presiones económicas con la necesidad de preservar los bosques y los múltiples servicios que ellos ofrecen. En este artículo, Macedo et al. logran demostrar que, por lo menos en un lugar, se puede alcanzar este equilibrio (al menos por cierto tiempo).

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