¿Sabían que la fruta del árbol de baobab (Adansonia digitata L.) puede tener hasta seis veces más vitamina C que la misma porción de naranjas? ¿Y que esta fruta posee dos veces más calcio que la leche? ¿O que los frutos del tamarindo son ricos en proteínas y antioxidantes y que contienen 40 por ciento más proteína que la misma porción de palta?
Aunque con frecuencia no se diga, los bosques y árboles son mucho más que almacenes de gases de efecto invernadero (GEI) y proveedores de servicios ecosistémicos: son algunos de los productores de alimentos más valiosos del mundo. Sus frutos y vegetales proporcionan alimentación esencial, diversidad dietética, medicina, y contribuyen a los medios de vida de las personas en todas partes. Evidencia cada vez mayor muestra que los árboles que brindan alimento son motores principales de la transformación agrícola sostenible, siempre que se gestionen sosteniblemente por medio de sistemas agroforestales. Además, estas prácticas limitan la deforestación, enriquecen el suelo y generan cultivos y productos madereros valiosos.
Tanto el Año Internacional de las Frutas y Verduras (AIFV) como el inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas hacen del 2021 un momento especialmente importante para reflexionar sobre el papel esencial de los árboles que producen alimento para la salud, la nutrición y la seguridad alimentaria de las personas.
Varias actividades del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería (FTA por sus siglas en inglés) este año ya han resaltado estos beneficios. Por ejemplo, durante un evento coorganizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y (FAO), Ramni Jamnadass, investigador del FTA, realizó una presentación sobre los desafíos para conservar las especies de árboles frutales y compartir los recursos genéticos con el fin de hacer más resilientes nuestros sistemas alimentarios. La Precumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU llevada a cabo recientemente también tuvo sesiones en las que científicos FTA como Fergus Sinclair, Amy Ickowitz y Stepha McMullin abogaron por la agroecología y la conservación de los árboles que producen alimentos.
En este contexto, el Programa FTA ha lanzado “From Tree to Fork” (“Del Árbol al tenedor”)– una campaña para crear conciencia sobre algunas de las frutas y verduras menos valoradas y reconocidas que provienen de los árboles.
Con gráficos cautivantes e información revisada por científicos, From Tree to Fork se alinea con la agenda global actual para celebrar estos beneficios. Muchos de los alimentos producidos por los árboles que se compilarán en la campaña suministran nutrientes esenciales a las dietas locales e indígenas de todo el mundo.
También otras partes de estos árboles, como sus hojas y cortezas, suelen ser usadas como medicina, para carpintería, como parte de tradiciones culturales y en sistemas agroforestales para mejorar la fertilidad del suelo y las tasas de supervivencia de los cultivos.
En conjunto, las funciones nutricionales y de subsistencia de las especies de árboles que producen alimentos contribuyen a la estabilidad, generación de ingresos y diversidad dietética de las comunidades.
Empiece a conocer estas frutas y verduras tan importantes aquí.
Algunos datos de los alimentos de los árboles:
- Se ha demostrado que las hojas del árbol de jocote o ciruelo tienen propiedades antibacterianas. Una sola porción comestible de 100 g de jocote contiene 63 % de los requerimientos de potasio para niños de 4-6 años.
- Ricos en antioxidantes y con alto contenido en vitamina C, los petai o frijoles amargos (bitter beans) también son consumidos por los cálaos, monos, ardillas, ciervos, elefantes y jabalíes. De la madera del árbol se extrae la pulpa para fabricar papel y para el uso en carpintería.
- La vida productiva de las palmas de Palmira es de más de 100 años. En la India se dice que este árbol tiene “800 usos” y es considerado un símbolo cultural en muchos países asiáticos.
- Las semillas del baobab africano contienen más proteína que los granos de soya.
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