Aunque muchos pronósticos y políticas gubernamentales sugieren que se perderán bosques para abrir paso a la agricultura y garantizar la seguridad alimentaria para una población global en aumento (de 7,8 mil millones a 9,7 mil millones para el 2050, según lo proyectado por las Naciones Unidas), un nuevo estudio demuestra que no tiene que ser así.
Un grupo de investigadores del Centro para la Investigación Forestal (CIFOR) llevó a cabo una revisión de modelos globales de agricultura, aprovechamiento forestal y uso de la tierra para determinar si los bosques necesariamente tienen que convertirse en víctimas de la creciente demanda de alimentos. El equipo analizó 63 modelos y encontró que en 37 de ellos se proyectó la expansión de tierras de cultivo y reducción en los bosques y pastizales a nivel global para poder alimentar a la población en el año 2050.
Sin embargo, también encontró un dato más positivo para el medioambiente: un total de 20 escenarios proyectaron un incremento de entre 20 millones y 2,8 mil millones de hectáreas en las áreas forestales, nueve de ellos pronosticaron un aumento en bosques comerciales, plantados o gestionados, y 11 proyecciones anticiparon que las áreas forestales permanecerán sin cambios.
Entre 1850 y 2015, para tratar de satisfacer la demanda, el área destinada a tierras de cultivo a nivel global aumentó un 110 %, las tierras para pastura incrementaron en 59 % y los paisajes forestales disminuyeron un 17 %, explicó Nur Bahar, biólogo especialista en plantas e investigador sénior de CIFOR, quien lideró la investigación, publicada posteriormente en Global Environmental Change.
En este momento el sistema alimentario se basa en producir cantidades masivas de alimentos —generalmente, insumos básicos como trigo, maíz y arroz— en lugar de diversificar adecuadamente la producción para así nutrir mejor a las poblaciones humanas. Este escenario enfocado en “alimentar” y “producir a cualquier costo” no considera de forma adecuada a los bosques, explica Bahar.
“Hasta hace poco, se percibía a los bosques solo como un espacio para la expansión agrícola o como un recurso amenazado al que había que proteger de esta expansión”, dijo. “Tenemos mucho por hacer para medir y ampliar los importantes vínculos entre los bosques, los árboles, la seguridad alimentaria y la nutrición”.
Notablemente, en los modelos que muestran incrementos en áreas de bosques, los niveles de producción de alimentos proyectados no se redujeron. En estos escenarios, la demanda futura de alimentos fue cubierta con un incremento en la productividad agrícola, la reducción en el consumo de productos de origen animal y una disminución en el volumen de alimentos desperdiciados.
Actualmente, los alimentos vegetales o animales de origen forestal equivalen a un 0,6 % de la oferta de alimentos a nivel global, de acuerdo con las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), citadas en el documento de investigación. El estudio demuestra que las comunidades rurales próximas a los bosques, con frecuencia tienen dietas más nutritivas y diversas, y que esos beneficios nutricionales de los ecosistemas forestales son, por lo general, ignorados.
Además de beneficiar a las comunidades locales, los bosques también contribuyen de manera significativa al equilibrio medioambiental global. Aumentar el número de paisajes forestales y reducir la deforestación son prerrequisitos para reducir la erosión del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que se incrementa el secuestro de carbono y se mantienen bajo control las temperaturas globales posteriores a la era industrial, como parte de los esfuerzos para cumplir con las metas del Acuerdo de París de las Naciones Unidas sobre cambio climático, aseguró Bahar.
El papel del dinero en la protección de los bosques
Los investigadores prevén que la producción agrícola necesitará duplicarse para 2050, una premisa que ha dado forma al debate de políticas sobre seguridad alimentaria a nivel mundial, a pesar del escepticismo en algunos sectores, con base en la variabilidad potencial en las tendencias, el clima y otros factores.
Bahar y sus colegas, incluyendo la líder del equipo de investigación sobre Paisajes Sostenibles y Medios de Vida de CIFOR, Amy Ickowitz, y el investigador asociado sénior Terry Sunderland, querían entender cómo el aumento en la demanda de alimentos afectaría al cambio de uso de la tierra. También querían ver si los bosques necesariamente tendrían que sufrir las consecuencias. Su estrategia de revisar los modelos de proyección de uso de la tierra —basados habitualmente en alimentos, escasez de bosques y situaciones de crisis— y evaluar los escenarios de resultados potenciales, los llevaron a observar que los incentivos económicos son sumamente importantes.
Asimismo, los investigadores encontraron que los pagos para mantener al carbono almacenado en los árboles podría ser la base de estrategias efectivas de conservación de bosques, dado que la demanda por tierras productivas para la labranza aumenta.
De los modelos que proyectaron un incremento de los bosques, dos demostraron que las ganancias significativas para los bosques ocurrieron cuando se pone precio al carbono, como incentivo.
“Este hallazgo sugiere que las políticas que ofrecen incentivos económicos para la conservación de las reservas de carbono y el incremento de las absorciones es una opción efectiva para revertir la tendencia de pérdida de bosques”, destacó Bahar.
Las políticas predominantes de producción de alimentos dependen principalmente de las tierras agrícolas de producción intensiva de gran escala, a pesar de que la evidencia sugiere que tierras agrícolas menores a dos hectáreas tienen una mayor diversidad de cultivos y menos desperdicios después de la cosecha. Estas tierras, usualmente a cargo de familias, producen hasta 34 % de la oferta de alimentos a nivel global en 24 % del total del área agrícola.
“Extender las tierras agrícolas tiene un gran costo ambiental”, dice Bahar. Nuestro análisis sugiere que una combinación de impuestos al carbono, reforestación, desarrollo de plantaciones, políticas de no deforestación, mejora de los rendimientos de las cosechas, reducción de los desperdicios y dietas que requieren un uso menos intensivo de energía pueden tanto conservar los bosques como mitigar el cambio climático”.
A nivel de políticas, la gobernanza local y asignar un valor monetario a los bosques será clave para redefinir la perspectiva global sobre bosques, para tomar en cuenta su contribución a la seguridad alimentaria, advirtió Bahar.
“Nuestra revisión destaca las múltiples opciones para conservar los bosques, principalmente para la mitigación de emisiones de carbono, mientras que aseguramos la producción de alimentos y reiteramos la importancia de los bosques para la seguridad nutricional y alimentaria”, indica Bahar.
Además, los autores destacan que las medidas a nivel de políticas, las acciones llevadas a cabo por individuos para reducir los desperdicios y adoptar dietas con menos carne pueden tener un impacto en detener la futura pérdida de bosques.
Esta investigación es apoyada por la Oficina Forestal y de Biodiversidad de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
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