, Friday, 16 Aug 2019

Si le decimos que un bosque tropical de dos metros de turba almacena 10 veces más carbono que el mismo bosque sobre suelo mineral, y que, a pesar de esta capacidad frente a la crisis climática, su potencial aún no es reconocido ¿qué pensaría?  Este sigue siendo el caso de las turberas, es decir de los humedales con un suelo orgánico llamado turba, del Perú.

“Las turberas son los ecosistemas que en su entorno almacenan mayor cantidad de carbono y deberían ser considerados prioritarios en los programas de conservación para la mitigación del cambio climático del Perú”, destacó Kristell Hergoualc’h, investigadora del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), durante su presentación en el “Simposio Nacional sobre la Gestión Sostenible de las Turberas Peruanas: contexto científico y marco institucional”, realizado en Lima, Perú.

El evento, organizado por el Programa de Adaptación y Mitigación para la Sostenibilidad de los Humedales (SWAMP), con la colaboración del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP) y SilvaCarbon, reunió a más de 80 asistentes entre representantes de instituciones académicas, de investigación y entidades gubernamentales, así como otros actores que trabajan y estudian los humedales y las turberas peruanas, a fin de establecer una plataforma de diálogo sobre los vacíos, necesidades y acciones para la gestión sostenible de estos ecosistemas.

Hergoualc’h, quien viene estudiando las turberas peruanas como parte del SWAMP que desarrolla CIFOR y el Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS), reiteró su importancia: “no solo son grandes aliadas frente al cambio climático, también representan una fuente de biodiversidad única, y son de gran relevancia para la seguridad hídrica”.

Sin embargo, hay aún un largo camino para que las turberas en Perú sean reconocidas, protegidas y reguladas con el fin de asegurar su permanencia y gestión sostenible, y en esto coincidieron los diversos panelistas del encuentro.

AVANCES Y DESAFÍOS PARA LAS POLÍTICAS

Hergoualc’h indicó que aunque Perú es el cuarto país con mayor volumen de turberas tropicales, el marco normativo nacional para su protección es aún deficiente.

“Dentro de la Estrategia Nacional de Humedales, el término turbera es utilizado únicamente para referirse a los bofedales que son humedales andinos que pueden o no contener turba, y aún no se encuentra bien definido”.

Por su lado, José Álvarez Alonso, Director General de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente del Perú (MINAM), subrayó que el término turbera es bastante nuevo en el país. “En la Ley General del Ambiente se reconoce la importancia de los humedales, pero no se hace mención a las turberas”, dijo. Álvarez agregó que aún no existen normativas que indiquen expresamente que una turbera no puede ser destruida. “Si bien hay normas que las protegen, estas son aún difusas”, señaló.

Erick García, especialista de la Dirección de Conservación y Planeamiento de Recursos Hídricos de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), destacó a su turno la importancia de considerar a las turberas dentro de la nueva clasificación nacional de humedales, que actualmente está elaborando el Comité Nacional de Humedales. Indicó, que el tema de las turberas es multisectorial y en ese sentido aún no está claro qué entidad sería la responsable de estas.

Las turberas son los ecosistemas que en su entorno almacenan mayor cantidad de carbono y deberían ser considerados prioritarios en los programas de conservación para la mitigación del cambio climático del Perú”.

Kristell Hergoualc’h, CIFOR

PELIGROS Y OPORTUNIDADES

El aguajal, un humedal boscoso dominado por palmeras de aguaje, es el ecosistema de turbera con mayor potencial en el Perú, según explicó Jhon del Águila del IIAP. No obstante, debido a la alta demanda del fruto y años de prácticas de aprovechamiento no sostenible los aguajales muestran graves signos de degradación, con consecuencias negativas para el clima, la biodiversidad y también los medios de vida locales. La construcción de obras de infraestructura como carreteras y los impactos negativos de la explotación de petróleo como los derrames también están mellando los aguajales, según del Águila.

Sin embargo, aunque los desafíos son grandes, las oportunidades también.

“Estos frutales son el “nuevo petróleo” de la Amazonía y ya se están trabajando distintos planes para su correcta explotación”, indicó Tony Mori, gerente de la Autoridad Regional Ambiental de Loreto. Mori informó que se está reactivando el “Proyecto Aguaje” en la zona de Pastaza, Loreto, que tendrá una planta de procesamiento de productos derivados de este fruto con miras a mercados extranjeros.

En el caso de las turberas en los Andes, se observa principalmente alteraciones a causa del uso ganadero, por la introducción de animales foráneos y exceso de capacidad de carga, según mencionó Mónica Maldonado del Centro de Ornitología y Biodiversidad (CORBIDI). La investigadora explicó que existen problemas de extracción de turba para combustible y para uso como tierra orgánica que abastece principalmente a los viveros. Un dato importante a considerar, según los investigadores, es que cualquier obra que altere la hidrología del lugar como carreteras, represas y actividad minera va a causar degradación.

 “Los humedales y turberas son claves para la seguridad hídrica de una ciudad como Lima”, afirmó Oscar Angulo de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS). En consecuencia, advirtió que la gestión no sostenible de estos ecosistemas está originando problemas en el saneamiento, produciendo por ejemplo una tarifa elevada que va aumentando progresivamente desde la década de los 90 y cuya tendencia continuará si es que no se actúa.

Según Angulo, una evaluación de alternativas de purificación y provisión de agua potable realizada en el año 2015, demostró que invertir en la recuperación de bofedales resulta ser una de las opciones más baratas y costo-efectivas para el saneamiento.

Esto coincidió con lo presentado por  Jerónimo Chiarella, quien trabaja en el programa de MEcanismos de REtribución por Servicios Ecosistémicos (MERESE-FIDA). Los MERESE son instrumentos financieros que ayudan a la conservación y el uso sostenible de los ecosistemas y en particular de los humedales.

Según Chiarella, los principales avances del proyecto se hicieron precisamente en el servicio ecosistémico de regulación hídrica.

   Área de turbera inundada en la Amazonía. Rupesh Bhomia/CIFOR

RETOS PARA LA INVESTIGACIÓN

Otros investigadores que presentaron datos de sus estudios en el simposio, como Mónica Maldonado de CORBIDI, Beatriz Fuentealba del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM) y Tim Baker de la Universidad de Leeds, coincidieron al recalcar que la complejidad de las turberas andinas y amazónicas, que cuentan con gran diversidad en su composición florística, biodiversidad y niveles de inundación, requiere más investigación.

Según Fuentealba, “un reto es entender cuáles de los humedales son turberas y qué es lo que causa su conversión a otros usos”.

Erik Lilleskov del USFS, destacó que para preservar las turberas una condición previa fundamental es contar con mapas precisos. Sin embargo, uno de los principales retos para lograr esto son las limitaciones de los métodos globales actuales, así como el difícil acceso para la validación de campo.

Para el caso de las turberas andinas, el investigador de la Universidad Tecnológica de Michigan, Rodney Chimner, indicó que estas tienen una enorme capacidad de almacenamiento de carbono, y en ese sentido es clave mapearlas y evaluar cuánto carbono están almacenando.

Los humedales y turberas son claves para la seguridad hídrica de una ciudad como Lima”.

Oscar Angulo, SUNASS

Además, indicó que su estudio en el Parque Nacional Huascarán identificó un área de bofedales cinco veces más grande de lo que reporta el Mapa Nacional de Ecosistemas del MINAM para esta zona, por lo que es posible que el área con potencial de turba en la región andina sea más grande de lo que se ha estimado hasta ahora.

Adicionalmente, entre otros asuntos por profundizar están el tema hidrológico, según indicó García, y los flujos de gases de efecto invernadero, como lo indicaron los estudios de Chimner y Hergoualc’h, para evaluar el potencial de las turberas en la mitigación del cambio climático.

¿QUÉ DEBE HACER PERÚ AHORA?

Los especialistas del simposio coincidieron en la necesidad de articular acciones intersectoriales para avanzar en la protección y gestión sostenible de las turberas peruanas: ministerios, academia y organizaciones no gubernamentales deben trabajar de la mano.

“Tiene que haber un ‘árbitro’ a nivel nacional”, dijo Dennis del Castillo, director del Programa de Investigación ProBosques del IIAP, al discutir sobre la institución que debería liderar el proceso de conservación y gestión sostenible de las turberas, destacando que el MINAM debería asumir el rol.

Coincidió con esta propuesta Fuentealba, quien resaltó el papel clave del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP) y de los institutos nacionales de investigación. “El IIAP y el INAIGEM son indispensables porque tienen la labor de usar la investigación para generar herramientas técnicas que ayuden a guiar una gestión sostenible de las turberas”.

Pero no solo las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales son necesarias. La piedra angular del manejo de las turberas son las poblaciones locales que viven en estos ecosistemas y que encuentran ahí un medio de vida, según José Alvarez del MINAM. “Un actor clave en la gestión sostenible para la conservación de los humedales con turba es la comunidad local y esto implica fortalecer sus derechos de tenencia y de acceso”, dijo.

Un actor clave en la gestión sostenible para la conservación de los humedales con turba es la comunidad local y esto implica fortalecer sus derechos de tenencia y de acceso”.

José Alvarez, MINAM

Perú podría además aprovechar las oportunidades de investigación y cooperación que las iniciativas globales para las turberas están poniendo a su disposición: el ITPC, fundado por Indonesia, un país con muchas lecciones para compartir sobre las turberas y la GPI liderada por ONU Medioambiente, quienes han extendido sus invitaciones para que Perú tome un rol activo a favor de la protección y gestión sostenible de sus turberas antes que sea tarde.

Finalmente, los panelistas concordaron que es de suma relevancia trabajar en una definición del término y establecer un marco legal y de gestión claro, pues de otro modo no se podrán trazar metas nacionales que aprovechen las oportunidades y el potencial de las turberas peruanas frente a la crisis climática, la crisis de la biodiversidad, los compromisos vinculantes del país para la reducción de emisiones, y por un desarrollo local sostenible y compatible con la urgencia del planeta.

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