Los bosques desempeñan un papel central en la mitigación del cambio climático, como lo reconoce el Acuerdo de París. En la última década, cientos de iniciativas subnacionales para reducir las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal (REDD+) han surgido en todo el mundo, y muchos países hacen mención ya sea a los bosques o a REDD+ en sus estrategias de mitigación. Sin embargo, se sabe muy poco acerca de la efectividad de estas iniciativas en cuanto al carbono.
“Se presta mucha atención a cómo implementar REDD+ a nivel nacional e internacional, especialmente en lo que respecta al diseño de marcos financieros y a la medición del cambio global de la cobertura forestal”, explica la científica Astrid Bos. “Lo que no está tan claro es cómo medir el impacto de iniciativas específicas sobre el terreno”.
Esta situación llevó a Bos —autora principal de un nuevo estudio del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), junto con la científica principal Amy Duchelle y otros investigadores y socios de CIFOR— a explorar el potencial comparado de dos métodos para evaluar la efectividad de las iniciativas subnacionales de REDD+.
El enfoque BA (antes-después, por su sigla en inglés) analiza la cobertura forestal en un área determinada antes y después de una intervención de REDD+. El enfoque BACI (antes-después-control-impacto por su sigla en inglés) es un método más complejo y costoso que incluye áreas de control —muy similares a las áreas de la iniciativa, pero no sujetas a intervenciones.
Los métodos de evaluación se pusieron a prueba en 23 iniciativas subnacionales del Estudio Comparativo Global (GCS) de CIFOR sobre REDD+ en Brasil, Perú, Camerún, Tanzania, Indonesia y Vietnam. Para evaluar la escala, ambos métodos se probaron a nivel de poblado y a nivel de sitio —abarcando distritos, regiones e incluso biomas—. Los resultados fueron reveladores.
Lo que no está tan claro es cómo medir el impacto de iniciativas específicas sobre el terreno”
La escala importa
El método BA antes-después aparenta ser bastante sencillo: un aumento en la pérdida de la cobertura forestal significa que la intervención de REDD+ ha fracasado. Pero, ¿es esto así realmente? Algo que el enfoque BA no toma en cuenta es el “ruido de fondo” que afecta a la cobertura forestal.
Este puede incluir desde períodos de sequía extrema e incendios espontáneos, hasta caminos recién construidos y precios mundiales de las materias primas, factores que están fuera del ámbito de las iniciativas de REDD+.
“Con el enfoque antes-después, estas dinámicas de fondo pueden ser muy engañosas”, señala Bos, candidata doctoral en el Laboratorio de Ciencias de la Geoinformación y Teledetección de la Universidad de Wageningen. “Por eso, sostenemos que hay que poner en contexto los cambios observados en la cobertura forestal, para así poder comparar manzanas con manzanas”. Esta es precisamente la fortaleza principal del enfoque BACI.
Debido a que, en teoría, tanto las áreas de control como las de intervención están sujetas a los mismos factores variables en el tiempo —incluidos factores socioeconómicos—, cualquier diferencia en la cobertura forestal entre ellas debería ser atribuible a las intervenciones de REDD+.
Sin embargo, el enfoque BACI incluye su propio conjunto de desafíos, el principal de ellos el hecho de que los resultados dependen de la elección de las áreas de control. “Cuanto más grande es la superficie, más difícil es hallar un área de control que tenga las mismas características que la de intervención”, dice Bos. Y el área en cuestión puede ser tan grande como un estado brasileño.
La primera conclusión del estudio es que el enfoque BACI es más relevante cuanto más local es la escala de la evaluación. “Usar el BACI a nivel de poblado en vez de a nivel de la iniciativa, además de ser mucho más fácil, es más preciso”, resume la investigadora. “La comparación de áreas a niveles superiores resultó ser más difícil de lo que esperábamos”.
Al inicio del GCS sobre REDD+, se seleccionaron áreas de control sobre la base de la pérdida de cobertura forestal reportada por estudios de campo costosos y laboriosos. Ahora, nuevos conjuntos de datos forestales mundiales basados en información satelital permiten una mejor selección del área de control. “Este es un muy buen momento para comenzar a implementar el enfoque BACI a escala local”, concluye Bos.
La dirección del cambio
Una segunda conclusión es que el enfoque antes-después, que se centra en la dirección del cambio, también es útil bajo ciertas condiciones. En algunos casos, el desempeño de una iniciativa específica de REDD+ tiene puntajes BA que lo señalan como malo y puntajes BACI que lo señalan como bueno. ¿Cuál de los dos enfoques tiene la razón?
Cuando el aumento en la deforestación es mayor en las áreas de control que en las de intervención, el puntaje BA deja en claro que la deforestación sigue aumentando, solo que de manera menos acelerada que como habría ocurrido en ausencia de REDD+.
“De manera inversa, en situaciones de cambios positivos generalizados, los puntajes BA por sí solos corren el riesgo de reflejar un escenario más prometedor de lo que hubiera sido razonable atribuir a la intervención de REDD+”, agrega el documento.
Es esencial vincular el cambio en la cobertura forestal con estrategias específicas de REDD+; lo que funciona en un lugar podría no ser la solución en otro”
Independientemente del enfoque, el estudio encontró un desempeño ligeramente superior a nivel del poblado que a nivel de la iniciativa. Según Bos, una de las razones de ello podría estar relacionada con la “densidad del tratamiento”, lo que significa que “las intervenciones de REDD+, en especial si el proponente es una ONG, pueden no estar dirigidas a todos los poblados dentro de los límites de la iniciativa”.
Aunque el estudio se centró en el análisis de los enfoques de monitoreo, este destaca el “impacto mínimo general de REDD+ en la reducción de la deforestación hasta el momento”, independientemente del método utilizado para evaluar la eficacia de las iniciativas.
“Este podría ser el tema de otro estudio”, dice Bos, pero propone algunas posibles explicaciones, entre ellas la lenta implementación de las intervenciones, y proponentes que se centran en los pequeños propietarios en lugar de en los impulsores principales de la deforestación en sus sitios.
Otras razones pueden tener que ver con el diseño en sí del proyecto de investigación. El estudio se centra en la deforestación, sin analizar la degradación o la reforestación, y no examina estrategias específicas de intervención de REDD+ utilizadas en diferentes sitios.
El camino por seguir
Una siguiente etapa de investigación consiste en vincular los resultados de la evaluación del desempeño con las mezclas de intervenciones, y monitorear la efectividad de las iniciativas de REDD+ en un marco temporal de más largo plazo —hay iniciativas en marcha en la tercera etapa del GCS REDD+, señala Duchelle—. Las intervenciones pueden incluir diversas combinaciones de incentivos, como mejoras en los medios de vida; desincentivos, como tasas; y medidas habilitadoras, como la clarificación de la tenencia.
“Es esencial vincular el cambio en la cobertura forestal con estrategias específicas de REDD+; lo que funciona en un lugar podría no ser la solución en otro”, subraya Bos. Una mejor comprensión de lo que funciona en cada contexto también puede proporcionar sugerencias valiosas para elevar estas opciones a políticas nacionales de REDD+.
El estudio sostiene que los países deben buscar formas de incorporar los resultados del monitoreo a nivel local en sus sistemas nacionales de reporte. “Después de todo, el impacto general de REDD+ depende de las decisiones sobre el uso del suelo en el terreno”, dice.
Para obtener más información sobre los temas tratados en este artículo, póngase en contacto con Amy Duchelle en a.duchelle@cgiar.org o Astrid Bos en astrid.bos@wur.nl.
Esta investigación fue llevada a cabo por CIFOR como parte del Estudio Comparativo Global sobre REDD+ (GCS), con financiamiento de la Iniciativa Internacional de Alemania para el Clima (IKI), la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo (NORAD), el Departamento Australiano de Asuntos Exteriores y Comercio (DFAT), la Comisión Europea (EC), el Departamento para el Desarrollo Internacional del Gobierno del Reino Unido (DFID), y el Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería (FTA).
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