Si sigue de cerca las cuestiones medioambientales es probable que se haya topado alguna vez con esta afirmación: “los territorios de los Pueblos Indígenas albergan el 80 % de la biodiversidad del planeta”.
La cifra se cita ampliamente en artículos académicos, foros mundiales como los de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, documentos de apoyo y se ha instalado en el discurso público como una verdad establecida.
Sin embargo, un artículo recién publicado en la revista Nature ha evidenciado que este dato no está respaldado por la investigación y que probablemente sea consecuencia de una cita errónea.
Los autores, que incluyen un equipo multidisciplinar del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) en colaboración con un grupo más amplio de investigadores, profesionales y representantes de los Pueblos Indígenas, destacan que el hallazgo no debe desvirtuar las causas que la cifra suele defender. Es más, existe “numerosa evidencia de que los Pueblos Indígenas y sus territorios son esenciales para la biodiversidad mundial, lo que hace innecesario el uso de una estadística sin fundamento como la cifra del 80 %”, afirma Álvaro Fernández-Llamazares, científico del ICTA-UAB y uno de los coautores del estudio, en un comunicado de prensa.
De hecho, algunas de esas evidencias indican que los Pueblos Indígenas gestionan o tienen derechos de tenencia sobre una cuarta parte de la superficie terrestre de la Tierra, que contiene el 37 % de las tierras naturales que quedan en todo el mundo y un tercio de los paisajes forestales intactos del planeta. El declive y la degradación de la biodiversidad son también menos graves en los territorios de los Pueblos Indígenas que en ecosistemas similares en otros lugares, incluso donde hay conflictos armados. Los territorios de los Pueblos Indígenas tienen menos probabilidades de ser convertidos a tierras para la agricultura intensiva que otras zonas y tienen menos fronteras de deforestación. Además, más de 2500 especies de mamíferos tienen más del 10 % de sus áreas de distribución dentro de los territorios de los Pueblos Indígenas, lo que representa alrededor del 60 % de todos los mamíferos terrestres con datos fiables sobre su hábitat.
Aunque en ninguna de las cifras anteriores se menciona ningún porcentaje de la biodiversidad mundial. Esto se debe a que, como explican los coautores, la biodiversidad es esencialmente incuantificable e inapelable. “Abarca mucho más que el número de especies y ecosistemas, pues implica comprender las complejas relaciones entre los seres humanos y la naturaleza no humana”.
En el comunicado de prensa, Joji Cariño, coautora y asesora de políticas del Forest Peoples Programme, afirma que “puede resultar especialmente difícil describir y enumerar estos vínculos en relación con las tierras indígenas”. Asimismo, añade que “la diversidad biológica y cultural de las tierras y aguas ancestrales de los Pueblos Indígenas ha coevolucionado a lo largo del tiempo sobre la base de relaciones de reciprocidad, parentesco y espiritualidad”.
Desde una perspectiva científica, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) define la biodiversidad como “la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas y los complejos ecológicos de los que forman parte” y “la diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas”. Como señalan los autores, “tal complejidad no puede enumerarse, por lo que no es posible realizar un inventario exhaustivo de los elementos que constituyen la biodiversidad”.
Existe numerosa evidencia de que los Pueblos Indígenas y sus territorios son esenciales para la biodiversidad mundial, lo que hace innecesario el uso de una estadística sin fundamento como la cifra del 80 %".
Además, el hecho de que la cifra del 80 % implique que “la caracterización de la biodiversidad debe ser completa, tanto a nivel mundial como en los [territorios] de los Pueblos Indígenas”, es aún más perjudicial.
“De hecho, para los poseedores del conocimiento indígena y los académicos que han estado desarrollando el caso de la importancia de la conservación global de la gobernanza indígena, la investigación necesaria para caracterizar los patrones de biodiversidad en los [territorios] de los Pueblos Indígenas apenas está comenzando”.
Entonces, ¿de dónde procede la cifra del 80 % y cómo ha sido pasada por alto por tantos revisores y verificadores? “Es un misterio”, afirma la coautora Julia Fa, profesora de biodiversidad y desarrollo humano en la Universidad Metropolitana de Manchester y científica asociada del Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF). “Creo que se ha interpretado mal”.
La cifra aparece por primera vez en la literatura académica a principios de la década de 2000 a través de afirmaciones sin citas en informes de la ONU y el Banco Mundial, que pueden haberse inspirado de forma inexacta en otros estudios publicados por aquella época que citan diversas “cifras del 80 %”, como la afirmación de la edición de 2000 de la Enciclopedia de la Biodiversidad de que “casi el 80 % de las ecorregiones terrestres están habitadas por uno o más Pueblos Indígenas”. Sigue sin estar claro dónde y cómo surgió el malentendido, pero parece que una vez que la cifra se repitió lo suficiente en círculos reputados, pasó a percibirse como una verdad establecida.
Fa reconoció la sensibilidad política del artículo que nos ocupa, dada la popularidad de la cifra como refuerzo de los argumentos a favor de los derechos territoriales indígenas. Por ello, dijo, fue necesario un largo y lento proceso de consulta con un amplio abanico de representantes de los Pueblos Indígenas y defensores del medioambiente para ver si consideraban que la publicación de un artículo así podría socavar sus avances y metas a futuro.
“Fue un dilema para nosotros”, apuntó Fa, “porque queríamos ser fieles a los datos, pero al mismo tiempo sabíamos que publicar esto podría ser usado para perjudicar la defensa de las tierras y los derechos de los Pueblos Indígenas, cosa que jamás intentaríamos”.
La diversidad biológica y cultural de las tierras y aguas ancestrales de los Pueblos Indígenas ha coevolucionado a lo largo del tiempo sobre la base de relaciones de reciprocidad, parentesco y espiritualidad".
Sin embargo, las consultas revelaron que muchos de esos defensores se sentían incómodos con la cifra y evitaban citarla. El equipo llegó a la conclusión de que tenía sentido hablar claro, y que seguir recitando una cifra con sin base científica podría ser más perjudicial para los derechos indígenas en el futuro.
“Queremos una forma matizada pero justa de ver la ciencia”, dijo Fa. “No podemos limitarnos al populismo o al esloganismo. Tenemos que ser fieles a los datos”.
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