“Sin la ‘mitad invisible’ de la humanidad, el éxito para todos es poco más que un sueño utópico”

Mujeres emprendedoras de Colombia participaron en una ruta de aprendizaje para explorar enfoques de género transformadores. Marlon del Aguila Guerrero/CIFOR-ICRAF

Nota del editor: Elisabeth Garner es científica y líder del equipo de Equidad de Género e Inclusión Social de CIFOR-ICRAF

Hoy que celebramos el Día Internacional de la Mujer 2024, observamos lo lejos que hemos llegado, casi 55 años después del influyente texto de Ester Boserup sobre el rol de las mujeres en el proceso de desarrollo socioeconómico. Sin embargo, no podemos dejar de ignorar que aún hay mucho camino por recorrer. 

El innegable problema de la desigualdad de género, que se refleja en el lema de este año “Financiar los derechos de las mujeres: acelerar la igualdad”, es especialmente evidente en el sur global y socava el progreso hacia no solo uno, sino todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para el resto de esta década. 

Uno de los desafíos clave para lograr la igualdad de género para 2030 (ODS 5) es la falta de financiamiento, reflejada por un déficit anual de 360 mil millones de dólares en las medidas globales destinadas a alcanzar esta meta, según ONU Mujeres. 

En la actualidad, las organizaciones de mujeres solo reciben el 0,13 % del total de la ayuda oficial al desarrollo para abordar la pobreza y la desigualdad relacionadas con el género.  

En consecuencia, necesitamos más inversión en el trabajo del desarrollo, y el enfoque de esa inversión debe centrarse en el género y la igualdad social. Al mismo tiempo, vemos muchos ejemplos de que “seguir con lo habitual” no está funcionando y que los sesgos de género, tanto de los implementadores de proyectos como de las comunidades locales, influyen en los resultados de un proyecto. Invertir en las mujeres y en enfoques liderados localmente es el camino al que debemos apuntar. 

El Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF) proporciona lecciones y perspectivas sobre cómo invertir en actividades lideradas por mujeres y centradas en el género apoya la gestión inclusiva y la gobernanza de los bosques, tierras y otros recursos naturales, al mismo tiempo que contribuye a la equidad de género y a fortalecer el empoderamiento de las mujeres. 

Avanzar en la igualdad de género sobre el terreno requiere enfoques adaptativos y liderados localmente para codiseñar herramientas y acciones que respondan a las prioridades y experiencias vividas en las comunidades con las que CIFOR-ICRAF trabaja. 

Entendemos los enfoques de género transformadores (GTA por sus siglas en inglés) como actividades que tienen como objetivo ir más allá del tratamiento de los síntomas de la desigualdad de género para abordar las causas subyacentes y estructurales que impiden la igualdad de género, tanto formales como informales; y para desafiar las relaciones de poder y las barreras estructurales en y entre múltiples niveles. Son actividades lideradas localmente a través de la acción y el liderazgo colectivos, adaptativas y receptivas a las necesidades y prioridades locales, que reconocen las múltiples formas interseccionales de discriminación y deben facilitar la confianza, la propiedad, la visión y la reflexión crítica. 

La Iniciativa mundial de enfoques transformadores en materia de género en pro de los derechos de las mujeres sobre la tierra es un proyecto que ha utilizado con éxito estas herramientas. En colaboración con Alianza de Bioversity International y el CIAT y el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés), CIFOR-ICRAF ha trabajado en Bangladesh, Colombia, Etiopía, Gambia, Kirguistán y Uganda para identificar oportunidades que permitan integrar enfoques de género transformadores. 

La iniciativa de tres años, que cuenta con el apoyo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), codiseña e implementa GTAs que promueven el reconocimiento y la protección de los derechos a la tierra y los recursos de las mujeres, involucrando a las partes interesadas clave, desarrollando capacidades e informando políticas. 

Este proyecto codiseñó y adaptó herramientas según la fase del proyecto y el contexto para abordar las causas subyacentes de la inseguridad de la tenencia de la tierra y recursos de las mujeres. Los ejemplos incluyeron capacitación legal y de derechos humanos, herramientas de facilitación del diálogo comunitario para implementadores de proyectos, capacitación en masculinidades, programas de educación financiera y visión para el futuro. 

Otro proyecto que utiliza GTAs para lograr objetivos estratégicos de desarrollo está financiado por UK PACT, una iniciativa del gobierno del Reino Unido que tiene como objetivo abordar la degradación generalizada de la tierra en Kenia. 

El proyecto aborda la degradación de la tierra, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la pobreza a través de soluciones basadas en la naturaleza como la plantación de árboles adecuados en el lugar adecuado y para el propósito adecuado; la regeneración natural gestionada por los agricultores (FMNR por sus siglas en inglés); la conservación del suelo y el agua, la agroecología y otras prácticas de restauración, al tiempo que fortalece los marcos de monitoreo ambiental en Kenia. 

Además, aborda el género no solo como una consideración en todas las actividades, sino también directa y separadamente. El proyecto incluye talleres de dos días con hombres y mujeres del gobierno, organizaciones no gubernamentales y varios grupos comunitarios y de agricultores. Estos talleres aumentan la conciencia sobre la importancia del género y la inclusión social en la restauración de la tierra y fortalecen la capacidad de las personas para facilitar conversaciones sobre género, equidad y transformación. 

Sin embargo, a pesar de los avances, todavía existen barreras significativas para la equidad de género. 

La más común es la necesidad de recursos y priorización de la inversión. Si bien los donantes incluyen cada vez más requisitos de proyectos para abordar explícitamente las relaciones de género, estas acciones no se aplican ni se revisan técnicamente, y los proyectos pueden no aprovechar al máximo la experiencia disponible en temas de género para diseñar e implementar estas acciones. 

Además, asegurar una representación y distribución equitativa de los beneficios significa abordar las normas sociales subyacentes que determinan los roles, responsabilidades y valores basados en el género. Esto implica derribar las barreras estructurales existentes para aumentar la participación de las mujeres, por ejemplo, ofreciéndoles espacios para el cuidado de sus niños y alimentación que alivien el trabajo físico y la carga mental que supone para las mujeres asumir un trabajo adicional cuando se las llama a participar, al tiempo que se trabaja por una redistribución de las responsabilidades “tradicionales”. 

La equidad en el trabajo de desarrollo también requiere una comprensión más profunda de las experiencias formadas por el género y la identidad social.  

Por ejemplo, una mujer no se convierte en mujer cuando empieza a quemar o vender carbón. También es mujer cuando sufre violencia de género, cuando se enfrenta a la opresión de sus derechos reproductivos y cuando defiende sus relaciones románticas y preferencias sexuales. 

Sin recursos adecuados para comprender estas experiencias humanas en relación con el poder y la identidad, estamos perdiendo las causas y soluciones a la desigualdad que existe hoy en día. 

Por ello, este Día Internacional de la Mujer debe ser un llamado a reflexionar sobre el vasto potencial de las mujeres y la necesidad de priorizar la igualdad de género, mientras nos esforzamos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de esta década. Sin la ‘mitad invisible’ de la humanidad, el éxito para todos es poco más que un sueño utópico.