Nota del editor: Esta es la cuarta entrega de una serie sobre el trabajo del estudio Garantizar los derechos de las mujeres a los recursos mediante enfoques de género transformadores (WRR) en Colombia.
Nota del editor: Juliana Buitrago y Javier Eduardo Álvarez son investigadores del Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos del Departamento de Desarrollo Rural y Regional de la Facultad de Estudios Rurales y Ambientales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
Históricamente, los espacios de mujeres han sido vistos con sospecha por parte de los hombres pues ha sido entendidos como espacios que trascienden lo privado, donde los comportamientos, intereses y contribuciones de las mujeres son visibles y se comienzan a discutir en los espacios públicos (Colfer, 2011). En nuestro trabajo reciente en Colombia, en el marco de la Iniciativa mundial de enfoques transformadores en materia de género en pro de los derechos de las mujeres sobre la tierra, hemos observado que la promoción de estos espacios han resultado muchas veces en la exclusión de los hombres y queremos traer este tema a la mesa de discusión.
La necesidad de los espacios de mujeres se entiende en el marco de los enfoques de género, pero esto no debe significar dejar de incluir a los hombres en la conversación y las prácticas orientadas a transformar las relaciones de género. Las iniciativas y proyectos de desarrollo deben buscar garantizar que todas las partes involucradas sean incluidas, no solo por un enfoque a la equidad, sino también porque no incluir a los hombres puede resultar en una carga adicional para las mujeres, como explicaremos a continuación.
En departamentos como Cauca y Bolívar en Colombia, donde hemos desarrollado el estudio global “Garantizar los derechos de las mujeres a los recursos mediante enfoques de género transformadores” (WLR), las mujeres han dejado en claro que, sin la colaboración y el apoyo de los hombres en sus familias y comunidades, no habrían alcanzado las mejoras y progreso que sienten tener hoy, a partir de un programa de apoyo implementado por el Ministerio de Agricultura y financiado por el FIDA.
Si bien los espacios de participación femenina son esenciales, pues brindan las herramientas para comprender las inequidades de género y formarse en un ambiente donde se descubren retos comunes, a menudo recae sobre ellas la responsabilidad de transmitir lo que han aprendido a sus esposos, hijos, tíos o hermanos, lo cual genera una “carga” adicional: no solo deben buscar la manera de participar entre tareas domésticas y familiares, sino que deben buscar la manera de transmitir el conocimiento a los hombres en sus núcleos familiares o comunitarios.
Es más, la exclusión explícita de los hombres en estos espacios también puede generar resistencia por parte de ellos, pues al no estar enterados de lo que ocurre allí, ni de los objetivos generales de bienestar común que se buscan, se pueden generar situaciones de rechazo y conflicto.
Según los testimonios de las mujeres que forman parte del estudio, los hombres en sus núcleos a menudo argumentan que todos los proyectos y la atención por parte de la cooperación se ha centrado recientemente en apoyar solo a las mujeres, con una aparente percepción negativa sobre estas actividades y sus objetivos.
“Qué bueno sería si nuestros esposos estuvieran también aquí, escuchando y aprendiendo todo lo que estamos recibiendo nosotras”.
“Tengo la suerte de que mi compañero entiende y me apoya en esta misión y ahora está cuidando a nuestros hijos mientras yo estoy aquí participando de estas actividades”.
“En mi caso, no tengo esa suerte. Mi esposo ahora mismo está hecho una fiera porque yo estoy fuera de casa varios días, pues él no ha tenido la oportunidad de entender este conocimiento que yo tengo”.
Estos son algunos testimonios que hemos recogido en una reciente actividad del estudio WLR en Colombia, donde reunimos a un grupo de mujeres y hombres líderes en una ruta de aprendizaje para analizar lecciones de base que apoyen Enfoques de Género Transformadores (GTA) que ilustran lo que traemos a la mesa. El estudio WLR, es liderado por CIFOR-ICRAF como parte de un consorcio, e implementado en Colombia por un equipo del Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos del Departamento de Desarrollo Rural y Regional de la Facultad de Estudios Rurales y Ambientales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
Los GTA ponen énfasis en los cambios desde lo estructural. Esto implica no limitarse a incluir o solo “empoderar” a las mujeres, sino abordar las barreras estructurales profundamente arraigadas que impiden la igualdad de género. Estas barreras incluyen sistemas discriminatorios, políticas formales, e instituciones informales, como las normas y reglas sociales, que han sido excluyentes y en muchos casos violentos con las mujeres en el ejercicio de sus derechos. Los GTA proponen un conjunto de actividades y procesos que buscan cambiar estas estructuras y promover una igualdad de derechos verdadera, en este caso, enfocado en el acceso a la tierra y los recursos en las zonas rurales. Y para transformar las barreras estructurales arraigadas para la igualdad de género, se evidencia que es crucial involucrar a los hombres en el proceso y en las actividades. Esto no solo es un paso importante, sino también necesario para lograr una verdadera transformación en materia de género, tal y como lo proponen los GTA. Promover el desarrollo económico y social desde enfoques transformadores de género, no puede excluir, sino que debe ser creativo en incluir desde las diferencias.
Es por esto que, a partir de los resultados preliminares que observamos del estudio en Colombia, vemos como una prioridad la consideración de espacios no solo de mujeres, sino también otros que incluyan a los hombres que interactúan y conviven con ellas, para que reciban la misma exposición a los conocimientos y herramientas que se despliegan en la búsqueda de la transformación.
Involucrar a los hombres no significa perder los valiosos espacios femeninos que han sido construidos a lo largo del tiempo en las comunidades y en la acción enfocada al desarrollo. No proponemos fusionar o invadir esos espacios, pues reconocemos la importancia de mantener espacios separados y seguros para las mujeres; pero sí, a partir de los testimonios recogidos, proponemos traer a todos y todas a la mesa para plantear los cambios con ellas y con ellos en conjunto.
Esto no solo logrará disminuir la “carga” adicional de las mujeres de transmitir los mensajes y defenderlos, sino que ayudará a avanzar el objetivo de transformación e involucramiento de los GTA hacia la equidad.
Este trabajo es parte del proyecto Garantizar los derechos de las mujeres a los recursos mediante enfoques de género transformadores (WLR, por sus siglas en inglés). En 2020, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) invitó a un consorcio conformado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) y la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) para trabajar con proyectos seleccionados del FIDA para promover y fortalecer los derechos de las mujeres a la tierra mediante la integración de enfoques de género transformadores (GTAs) en intervenciones de desarrollo rural para mejorar las políticas, herramientas y prácticas.
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