La forma en la que el mundo enfrenta la pérdida de la biodiversidad ha cambiado para bien. En la 15ª. Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, realizada en diciembre de 2022, la importancia que tienen todos los paisajes para la conservación de la biodiversidad fue reconocida.
Este paso, que podría pasar desapercibido, es en realidad un logro histórico. Anteriormente, las acciones relacionadas con la biodiversidad se enfocaban principalmente en hábitats naturales y áreas protegidas, y se consideraba a la agricultura como una amenaza a la biodiversidad en esos lugares. Pero este juste al convenio puso de relieve la importancia de los paisajes agrícolas para la conservación de la biodiversidad.
La agricultura ocupa casi el 50 % de la superficie terrestre potencialmente productiva, por lo que considerarla para las metas de la biodiversidad es clave. En esencia, el convenio hace ahora un llamado a los países a adoptar enfoques de manejo de paisajes que aseguren la productividad agrícola y al mismo tiempo ofrezcan las condiciones y hábitats que protejan a la biodiversidad silvestre, y desempeñen su papel en la provisión de corredores de migración para la vida natural.
El nuevo Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica cobrará particular importancia en un país como Honduras.
Honduras tiene uno de los territorios más montañosos de América Central, con variados climas que albergan diversos tipos de bosques (de montaña, secos, tropicales, de pinos costeros, de manglares, entre otros) y una sorprendente biodiversidad, por ejemplo, 710 especies de aves y 630 especies de orquídeas.
Pero la expansión de la agricultura de monocultivo, como las plantaciones de palma aceitera y café, y la ganadería, ha resultado en la reducción de la biodiversidad en los paisajes hondureños y de la variedad de especies que pueden sobrevivir en ellos. Honduras es también particularmente vulnerable a los desastres relacionados con el cambio climático, como huracanes, ciclones, inundaciones, sequías y derrumbes, todos los que además contribuyen al desafío de producir alimentos y restaurar los ecosistemas. Por ello, es claro que el país necesita desarrollar resiliencia de largo plazo en sus medios de vida y sus paisajes con urgencia.
En el marco del proyecto Arboles en las Fincas para la Biodiversidad, gracias al apoyo de la Iniciativa Internacional para el Clima (IKI) del gobierno de Alemania, el Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), ha trabajado en varios países, incluyendo Honduras, llevando experiencia de campo al Convenio sobre la Diversidad Biológica y contribuyendo a los debates que eventualmente llevaron a un cambio del enfoque sobre la agricultura.
La agroforestería es un componente central del enfoque de CIFOR-ICRAF hacia la agricultura sostenible con conservación de la biodiversidad.
Para muchos pequeños agricultores en Honduras, particularmente los pertenecientes a Pueblos Indígenas, la agroforestería no un concepto nuevo. Por ejemplo, el pueblo lenca, que habita la región de bosque seco cerca de la frontera con El Salvador, la ha practicado durante milenios, combinando la plantación de árboles maderables y frutales de sombra con cultivos alimentarios y medicinales para mejorar la humedad del suelo, impulsando así la productividad y la biodiversidad.
El lanzamiento de la publicación “Agroforestería, una guía. Principios de diseño y manejo agroforestal en beneficio de las personas y del medioambiente”, que fuera originalmente publicada en inglés en 2022, tiene como objetivo ayudar a extender aún más este tipo de prácticas, y apoyar a países como Honduras a cumplir objetivos internacionales como el Acuerdo de París sobre el cambio climático y el Marco Mundial de la Diversidad Biológica.
Así como en Honduras, agricultores de todo el mundo han practicado la agroforestería por milenios porque ha demostrado ser una forma sostenible de manejar la tierra, cultivar, producir ganado y garantizar los medios de vida para las familias agrícolas. Los investigadores han reconocido formalmente los muchos valores de la agroforestería desde la década de 1970. Ahora es parte de discusiones sobre alternativas para responder a los desafíos que trae consigo el cambio climático, para revertir la pérdida de la biodiversidad y para garantizar la seguridad alimentaria. Muchas organizaciones recomiendan la agroforestería como una herramienta para restaurar paisajes.
Pero, como lo destacan los autores de la guía, la agroforestería no es una solución técnica simple ni se trata “solo de añadir árboles a las chacras”. Para lograr una transición agrícola sostenible hacia sistemas alimentarios biodiversos, inclusivos, resilientes y seguros, los promotores de la agroforestería necesitan poner atención a los ingresos, los medios de vida y los incentivos de los agricultores.
“Estamos viendo muchos proyectos de plantación de árboles que hacen énfasis en la plantación en lugar de en el manejo”, dijo Anja Gassner, coautora de la guía y directora para Europa de CIFOR-ICRAF. “Con frecuencia, los agricultores son considerados beneficiarios de los proyectos de agroforestería y restauración, en lugar de ser considerados como socios, y sus necesidades, aspiraciones y capacidades no son suficientemente tomadas en cuenta”, añadió Gassner.
La guía no busca ofrecer otro “manual operativo”, que dicte paquetes tecnológicos, sino que se presenta como una base que ayude a los agricultores y a aquellos que los apoyan a desarrollar sus capacidades para implementar los principios de la agroforestería en el contexto de sus condiciones locales, y cumpliendo con sus objetivos y aspiraciones personales.
Desde promotores, planificadores y gerentes, investigadores, capacitadores, maestros y estudiantes de agroforestería, así como profesionales que trabajan en proyectos y programas agroforestales, pueden usarla para apoyar a los agricultores en la implementación de prácticas agroforestales.
La guía contiene contribuciones de destacados profesionales expertos en agroforestería de todas las regiones tropicales. Incluye componentes clave de los sistemas agroforestales, explica cómo la agroforestería promueve la salud y la conservación del suelo, los principios del diseño agroforestal, el diseño conjunto y el establecimiento de prácticas agroforestales, el material de siembra y el manejo de árboles.
La guía también presenta características genéricas de varias prácticas agroforestales empleadas extensamente, entre ellas cultivos anuales con árboles, ganado con árboles, agroforestería perenne multiestrato, sistemas agroforestales multiestrato de cacao, agroforestería de la palma aceitera y agricultura de forestación de bosques tropicales. Por último, ofrece una serie de estudios de casos resumidos para ilustrar cómo los agricultores, y aquellos que los apoyan, han implementado los principios y conceptos que se han establecido en la guía.
“Desde cualquier perspectiva con la que se analicen las contribuciones de la agroforestería, es posible darse cuenta de que su práctica tiene un impacto positivo en la producción alimentaria, en el manejo ecosistémico, en la biodiversidad y en los ingresos de las familias productoras”, dijo Laura Suazo, secretaria de agricultura y ganadería de Honduras.
“Esta guía es un gran incentivo para que, desde los proyectos del sector gubernamental, desde la empresa privada y desde las organizaciones privadas de desarrollo, nos enfoquemos más en la promoción de la agroforestería”, afirmó.
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