Un nuevo informe mundial trae a la luz estadísticas preocupantes sobre el estado de los bosques y presenta un argumento numérico que subraya su papel central para una economía mundial inclusiva, resiliente y sostenible.
Los bosques no solo contrarrestan los desafíos que se producen a causa del cambio climático y la vulnerabilidad humana a las enfermedades, sino que también albergan biodiversidad y generan ingresos y, a la vez, mejoran los sistemas alimentarios y las cadenas de valor ‘verdes’.
Algunas estimaciones indican que más de las mitad del producto bruto interno mundial – 84,4 billones de dólares en 2020 – depende de los servicios de los ecosistemas como aquellos brindados por los bosques, según el informe “Estado de los Bosques del Mundo2022 (SOFO)” presentado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) coincidiendo con el Congreso Forestal Mundial que se desarrolló en Seúl, Corea, recientemente.
“Un punto destacado de este último SOFO es que detalla una línea de acción, al proporcionar una hoja de ruta financiera para que los responsables de la formulación de políticas y el sector privado la sigan; algo que ha sido promovido desde hace tiempo por CIFOR-ICRAF”, señaló Robert Nasi, director gerente de la organización. “Lo importante ahora es la implementación. A pesar de las muchas conversaciones, el objetivo parece estar más allá de nuestro alcance. Necesitamos que estos compromisos efímeros se hagan realidad con orientación específica para gobiernos y empresas”.
Los bosques constituyen más del 31 por ciento de la superficie terrestre, y cubren más de 4 mil millones de hectáreas, pero esta superficie se reduce cada vez más ya que al menos 420 millones de hectáreas han sido deforestadas desde 1990. Y a pesar de que los índices de deforestación –de los cuales al menos 90 por ciento son causados por la expansión agrícola– se han reducido, se talan 10 millones de hectáreas cada año, según el reporte, que es publicado cada dos años por la FAO con base en las últimas cifras e investigaciones de la agencia en relación con las tendencias forestales mundiales.
Detener la deforestación es, potencialmente, una de las actividades más eficientes para mitigar el cambio climático y evitar que las temperaturas globales promedio se incrementen en más de 1,5 grados Celsius en comparación con la época preindustrial.
Terminar con la deforestación, un compromiso asumido en varios acuerdos no vinculantes de la ONU a lo largo de los años, y más recientemente en las negociaciones sobre el clima de la COP26 en Glasgow, sería una forma eficiente de evitar las emisiones de gas de efecto invernadero que calientan el planeta, incluyendo, como señala el informe, 14 por ciento de la cantidad requerida hasta 2030 para permanecer por debajo de los 1,5 grados Celsius.
“Ver como la arena se desliza en el reloj a medida que pasa el tiempo es aterrador” dijo Nasi. “El cambio climático está aquí y estamos en primera fila para ver cómo se desarrolla. Hemos sostenido en otras instancias que el Protocolo de Montreal de 1987 –el tratado medioambiental más exitoso, que prohibió la producción de clorofluorocarbonos– debería usarse como modelo”.
Este acuerdo estableció un cronograma obligatorio para eliminar las principales sustancias que reducían la capa de ozono y contempló apoyo financiero para los países en el hemisferio sur, explicó. “A pesar de que las primeras reacciones fueron bastante contrarias, pronto las empresas desarrollaron alternativas a los productos químicos nocivos”.
Para permanecer en este rango, como recomienda el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático y se detalla en el Acuerdo de París, las actividades humanas deben volverse neutras en carbono para 2050, un objetivo alcanzable si se evitan las emisiones directas de la biomasa que se pierde y se mantiene la capacidad de absorción de carbono de los bosques, según el informe.
Flujos de financiación
La financiación total para detener la deforestación, restaurar las tierras degradadas y desarrollar cadenas de valor sostenibles debe triplicarse para 2030 y cuadriplicarse para 2050, si se quiere cumplir los objetivos de neutralidad climática, de biodiversidad y de degradación de tierras; con un financiamiento requerido estimado solo para el establecimiento y manejo de bosques de 203 mil millones de dólares por año para 2050, añade el reporte.
Si se reestructuran los subsidios agrícolas, que son actualmente de casi 504 mil millones de dólares por año, para incluir la agroforestería y la forestería, se podrían evitar los impactos nocivos contenidos en el 86 por ciento de ellos, señala el informe.
“No debemos centrarnos solo en preservar los bosques primarios, sino también en restaurar los bosques secundarios y las tierras degradadas para convertirlas en plantaciones de uso agroforestal y de bioenergía donde sea razonable ambiental y económicamente”, dijo Nasi. “Se sabe que la restauración y otras opciones naturales podrían contribuir con más de un tercio de la solución a la crisis climática”.
Los pequeños agricultores producen el 80 por ciento de los alimentos a nivel mundial, y el 35 por ciento es producido por propietarios con menos de 2 hectáreas de tierra. Los pequeños agricultores, comunidades locales y pueblos indígenas poseen o manejan al menos 4350 millones de hectáreas de bosques y tierras de cultivo y se estima que producen productos agrícolas y forestales con un valor de entre 869 mil millones a 41,29 billones de dólares al año.
Estudios muestran que 91 por ciento de todas las tierras indígenas y comunales se encuentran en condición ecológica buena o moderada, lo que revela su gran potencial para reducir la deforestación y mejorar los bosques de manera rentable, según el informe. Actualmente existen más de 8,5 millones de organizaciones de productores, que ayudan a respaldar una recuperación ecológica.
Sin embargo, menos del 2 por ciento de la financiación climática global está llegando realmente a los pequeños agricultores, pueblos indígenas y comunidades locales en los países en desarrollo. Por lo tanto, movilizar las inversiones hacia los pequeños agricultores, así como reducir los riesgos percibidos por los inversores, es un enfoque estratégico que va ganando terreno.
“A pesar de la presión general ejercida sobre los pueblos indígenas, comunidades locales y de bajos ingresos que dependen de los bosques, no existe escasez de dinero”, indicó Nasi. “Se estima que los gobiernos destinan 1,8 billones de dólares al año a gastos militares y más de 5 billones de dólares para subsidios a los combustibles fósiles, pero solo cerca de 50 mil millones de dólares a la restauración del paisaje. Es momento de que la sociedad replantee sus prioridades para hacer posible un futuro mejor”.
Bioeconomía circular
Las empresas en cadenas de valor forestales deberán volverse socias esenciales en el desarrollo de economías circulares, señala el informe, y añade que muchas están ya aumentando el rango de productos forestales que funcionan como substitutos de materiales con mayores emisiones de gas de efecto invernadero e incrementando la eficiencia en procesamiento. Los productores y procesadores forestales locales pueden obtener más beneficios al fortalecer sus vínculos con los compradores y desarrollar sus capacidades por medio de organizaciones de productores.
El informe calcula que las bioindustrias no alimentarias crecerán un 3,3 por ciento al año hasta 2030, con una producción proyectada valorada en 5 billones de dólares. Es probable que los bioproductos de origen forestal, como bioquímicos, bioplásticos y textiles, se beneficien de este crecimiento con ventajas medioambientales potenciales. Por ejemplo, cada kilogramo de carbono producido por textiles elaborados a base de madera que reemplacen textiles hechos con otros materiales podría evitar emisiones de carbono de hasta 2,8 kg, según el informe.
El reporte recomienda ecologizar las finanzas públicas locales, hacer que el financiamiento climático funcione para los enfoques basados en los bosques, desarrollar carteras de proyectos de grado de inversión y respaldar las inversiones en procesamiento de madera de valor agregado en los países de origen. También recomienda hacer los mercados financieros más ‘verdes’ con herramientas de regulación y supervisión.
Los modelos mixtos de financiación público-privada podrían ayudar a eliminar los riesgos de las inversiones del sector privado que tienen un importante valor público, pero perfiles de riesgo-beneficio no suficientemente atractivos. Se están promoviendo los bonos verdes, pero, a la fecha, solo 3 por ciento está orientado a los enfoques basados en la naturaleza.
“La tarea más urgente para lograr un futuro sostenible y la mitigación del cambio climático es reducir el consumo y las emisiones, pero también es fundamental empezar a utilizar madera de forma más eficiente para fines en los que esta tiene una ventaja comparativa desde el punto de vista de la sostenibilidad y la economía circular”, indicó Nasi.
Se proyecta que el consumo global anual de todos los recursos naturales combinados será de más del doble, de 92 mil millones de toneladas en 2017 a 190 mil millones de toneladas en 2060, debido al incremento poblacional y a una mayor riqueza, advierte el informe.
Las empresas involucradas en cadenas de valor forestales deben volverse socias en el desarrollo de bioeconomías circulares, que sustituyan con productos forestales aquellos materiales con una mayor huella de carbono, tales como cemento y plástico, y aumenten la eficiencia de procesamiento, agrega.
Los productores y procesadores forestales locales pueden obtener más beneficios al fortalecer sus vínculos con los compradores y desarrollar sus capacidades por medio de organizaciones de productores.
“No debemos tardar, no tenemos tiempo que perder”, advirtió Nasi. “Nuestra tarea es clara: debemos pasar de una economía basada en combustibles fósiles a una bioeconomía circular basada en la naturaleza, y todo lo demás caerá por su propio peso”.
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