Muchos paisajes naturales ya han alcanzado el punto de no retorno y, si no se aborda el cambio climático de forma urgente, el planeta se volverá inhabitable.
El último gran informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) presenta una cruda visión del futuro si no se toman medidas concertadas para frenar el calentamiento global.
“El cambio climático ya está aquí”, dijo Robert Nasi, director general del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), parte del CIFOR-ICRAF. “Ya no es un riesgo, sino una realidad, y la mitigación no será suficiente. El mensaje es claro: ahora debemos centrarnos en poner en marcha planes de adaptación para proteger los ecosistemas y las comunidades más vulnerables”.
Las amenazas relacionadas con el clima para las especies y los ecosistemas ‒incluidos los bosques y los paisajes agroforestales‒, sobre todo en las zonas donde se concentra la biodiversidad, suponen un riesgo global que crece con cada décima de grado de aumento de la temperatura.
El potencial de resiliencia será cada vez más limitado si la comunidad mundial no toma medidas urgentes y las emisiones de gases de efecto invernadero no disminuyen rápidamente, sobre todo si se supera un calentamiento global de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, señala el informe.
Aunque todavía es posible adaptarse a las nuevas condiciones climáticas, si el calentamiento global supera los 1,5 °C, los riesgos para muchos sistemas humanos y naturales aumentarán, y algunos serán imposibles de revertir. Con 2 °C, será difícil hacer crecer los cultivos alimentarios en muchas zonas, advierte el informe.
“Las emisiones mundiales aumentarán casi un 14 % en la década actual”, indicó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en la presentación del informe. “Eso supondrá una catástrofe. Destruirá cualquier posibilidad de mantener vivo el objetivo de los 1,5 °C”.
El incumplimiento de la estrategia de mitigación del Acuerdo de París para limitar el calentamiento postindustrial a mucho menos de los 2 °C y limitarlo a 1,5 °C se debe, en gran medida, a las emisiones de carbono que calientan el planeta y que no han dejado de aumentar.
Forjado originalmente en las conversaciones de la ONU sobre el clima en 2015, el acuerdo fue el centro de un intenso debate por parte de los líderes en la COP26 de Glasgow en noviembre, quienes hicieron un pacto para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030.
Para limitar el calentamiento global a 1,5°C, las emisiones deben reducirse en un 45 % para 2030 y las emisiones netas cero deben lograrse para 2050. Sin embargo, con los compromisos actuales, las emisiones mundiales van a aumentar casi un 14 % en la década actual, recalcó Guterres.
El riesgo de aparición de nuevas enfermedades zoonóticas probablemente aumentará la propagación de enfermedades tan virulentas como el SARS, el MERS y el SARS-CoV-2. Al cambiar el ritmo de reproducción y de las malezas, las plagas de insectos, los patógenos y los vectores de enfermedades, aumentarán las presiones sobre los cultivos, los bosques y el ganado.
El informe añade que si bien las estrategias de adaptación y mitigación pueden fortalecer la resiliencia climática, su éxito dependerá de las acciones socialmente inclusivas de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para dar prioridad a la reducción del riesgo, la equidad y la justicia.
Impactos que se multiplican
Ecosistemas únicos se enfrentan a los riesgos del calentamiento global debido a la mortalidad masiva de los árboles y a los daños permanentes causados por las olas de calor a otros ecosistemas.
El cambio climático generado por el hombre ya ha provocado la pérdida y extinción de especies, el aumento de las tasas de enfermedades y la muerte masiva de plantas y animales. También ha provocado una mayor deforestación y degradación y ha duplicado las zonas quemadas debido al creciente número e intensidad de los incendios forestales, los cuales generan hasta un tercio de las emisiones de carbono de los ecosistemas mundiales.
De acuerdo con el informe, la deforestación, el drenaje y la quema de turberas y bosques tropicales, así como el deshielo del permafrost ártico ya han transformado algunas zonas de sumideros de carbono en fuentes de carbono.
La expansión de especies leñosas en los pastizales y las sabanas, relacionada con el aumento de los niveles de dióxido de carbono, ha reducido las tierras de pastoreo para el ganado, mientras que las plantas invasoras en las tierras semiáridas han aumentado el riesgo de incendios. Los ecosistemas costeros de “carbono azul” también están cambiando, según el informe.
Las catástrofes naturales, como las sequías, las olas de calor y las inundaciones, provocan una reducción de la disponibilidad de alimentos y un aumento de los precios de los mismos, amenazando la nutrición, la salud y los medios de vida de millones de personas. De igual manera, los fenómenos extremos provocan pérdidas económicas en la productividad de los bosques, los cultivos y la ganadería.
Medidas de adaptación
Ampliar la huella de los hábitats naturales reduciendo la deforestación y la fragmentación de los ecosistemas naturales puede conservar la biodiversidad y potenciar las soluciones basadas en la naturaleza, que incorporen la ciencia y los conocimientos indígenas y locales para conducir a una adaptación eficaz basada en los ecosistemas.
La adaptación en los ecosistemas naturales y gestionados puede incluir una siembra más temprana, la diversificación de cultivos, incluyendo la introducción de genotipos adaptados al calor y a la sequía.
Según el informe, la mejora del suelo y la gestión del agua para el ganado, los cultivos y la acuicultura, la restauración de los procesos costeros e hidrológicos, el aumento de la agricultura agroecológica, la agrosilvicultura y la reubicación gestionada de las especies de alto riesgo pueden aumentar la resistencia, la productividad y la sostenibilidad de los sistemas naturales y alimentarios.
Sin embargo, los límites de la adaptación se sobrepasarán a medida que aumente el calentamiento global.
“La adaptación salva vidas”, afirmó Guterres. “Cualquier retraso conlleva a muertes”.
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