En todo el mundo, menos del 15 % de los propietarios de tierras son mujeres, una disparidad que tiene importantes consecuencias para el estado y bienestar general de mujeres, niños y sus comunidades. Sumado a ello, esta realidad dificulta los esfuerzos para desarrollar resiliencia frente al cambio climático, destacaron los delegados de una mesa redonda que tuvo lugar en la cumbre climática COP26 de la ONU en Glasgow.
La seguridad de los derechos de tenencia de la tierra promueven la gestión sostenible de la tierra, lo que hace más eficaces los esfuerzos para abordar y adaptarse al cambio climático, pero también son importantes para el empoderamiento social y económico de las mujeres, señaló Harold Liversage, especialista técnico principal en tenencia de la tierra del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y moderador de la sesión del evento paralelo, que fue llevada a cabo en conjunto por el Centro para la Investigación Forestal Internacional y el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), y la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
“La tenencia de la tierra también significa que las responsabilidades y los beneficios asociados con los programas de respuesta al cambio climático se distribuyen de manera más equitativa”, afirmó.
Al brindar un mayor incentivo para que los agricultores inviertan en sus tierras, se pueden mejorar los rendimientos de estas, lo que reduce la necesidad de despejar más tierras, dijo Joao Montalvao, economista de desarrollo del Laboratorio de Innovación de Género para África del Banco Mundial.
“Cuando los agricultores tienen miedo de perder sus tierras, incrementan los cultivos agrícolas como una forma de protegerlas de una posible expropiación”, agregó. “Un agricultor que espera cultivar sus tierras durante un periodo de tiempo más largo puede estar más dispuesto a adoptar prácticas agrícolas sostenibles”.
Montalvao llevó a cabo evaluaciones de impacto de investigaciones sobre programas de registro de tierras en el África subsahariana, donde los derechos sobre la tierra a menudo se rigen por sistemas de tenencia consuetudinarios, los cuales tienden a favorecer a los hombres. Una de dichas investigaciones demostró que los agricultores participantes invirtieron en medidas de conservación del suelo. Otra asoció la mejora de la seguridad de la tenencia con niveles más altos de plantación de árboles y un aumento de los cultivos perennes. Otra mostró una reducción de aproximadamente un 20 % en la pérdida de bosques. Algunos hogares hicieron un giro hacia actividades económicas no agrícolas, y las ganancias de las mujeres derivadas de la operación de negocios aumentaron.
“Los estudios muestran que fortalecer los derechos sobre la tierra puede tener un impacto positivo en el medio ambiente, en especial entre las mujeres”, dijo Montalvao. “Una cuestión importante en materia de políticas es si podemos modificar estos programas de registro de tierras para aumentar aún más los derechos de las mujeres sobre la tierra”.
Una posible solución es asegurar que las mujeres participen en el proceso de toma de decisiones, de manera que puedan impactar en la titulación de tierras y adoptar decisiones de una manera que refleje mejor sus preferencias. Otro enfoque es trabajar directamente con los hombres, educándolos para que también entiendan los beneficios.
“No está bien rechazar lo que en muchas comunidades son tradiciones consuetudinarias”, señaló Jyotsna (Jo) Puri, vicepresidenta asociada del Departamento de Estrategia y Conocimiento del FIDA. “Lo importante es desarrollar capacidades y cambiar las normas en términos de derechos de propiedad y territoriales, en lo que respecta a los derechos de las mujeres”.
El FIDA utiliza tres indicadores para medir si se ha producido un empoderamiento transformador de género, incluidos el acceso a la tierra y a los ingresos; la capacidad de agencia y liderazgo; y la carga de trabajo igualitaria.
En colaboración con el Gobierno de los Países Bajos y sus socios, el FIDA está ayudando a las mujeres a obtener derechos sobre la tierra en Bangladesh. En este país, vulnerable frente a las inundaciones y la erosión, las inversiones en caminos elevados, terraplenes, canales de drenaje y plantaciones forestales han ayudado a proteger la pesca, los cultivos y la ganadería.
Luego de encuestas y audiencias judiciales, 11 000 familias recibieron títulos de propiedad, lo que les dio un sentido de responsabilidad y un fuerte incentivo para incrementar sus propias inversiones en la tierra. Se prevé que este número aumente a 28 000.
Sin embargo, para 2050, se prevé que 35 millones de personas en las zonas costeras de Bangladesh se encuentren en peligro debido al aumento del nivel del mar. El gobierno planea reproducir este programa en otras áreas costeras para ayudar a las familias a asegurar la tierra y a desarrollar medios de subsistencia sostenibles.
El proyecto ha adoptado conceptos en materia de género que garantizan la participación de ambos sexos en todas las actividades, dijo Sherina Tabassum, directora de país del FIDA.
“Los hombres tienden a migrar en busca de empleo, y las mujeres a menudo acaban teniendo que tomar las decisiones sobre temas agrícolas”, explicó, y agregó que aunque las mujeres a menudo no han sido capacitadas, terminan encargándose de la gestión de la finca y poniendo en práctica métodos agrícolas incorrectos.
Convertirse en propietarias legales de la tierra que se les ha asignado ha mejorado su estatus y las ha colocado en una mayor igualdad de condiciones. “Los resultados son realmente asombrosos”, dijo Tabassum.
La gran mayoría, el 84 %, dijo que siente que su estatus en el hogar ha mejorado de manera significativa, el 94 % se siente mucho más segura en la comunidad y el 68 % siente que el poder de toma de decisiones de su hogar ha mejorado enormemente debido a los títulos de propiedad que se han asegurado para ellas a través del proyecto, dijo Tabassum.
Mediante un análisis jurídico social, Emily Gallagher, especialista en desarrollo rural del equipo de Cadenas de Valor, Financiamiento e Inversiones de CIFOR-ICRAF, está trabajando en una iniciativa para aumentar el reconocimiento de los derechos de las mujeres a los recursos en siete países y, en última instancia, generar recomendaciones para la cartera y la estrategia global del FIDA.
“Las comunidades que dependen de los bosques y los grupos históricamente excluidos, como los pueblos indígenas y los pastores, las mujeres sin tierra y las mujeres con derechos inseguros, aumentan su vulnerabilidad debido al cambio climático, pero también son más reacios al riesgo, por lo que es muy difícil involucrarlos como defensores de las acciones a favor del clima”, indicó Gallagher, autora de un nuevo resumen de políticas titulado “Mejora de los derechos de las mujeres a los recursos para mejorar la resiliencia al cambio climático”.
Gallagher describió los sistemas de tenencia a lo largo del tiempo –formales, con intervenciones consuetudinarias, e individuales, conjuntos, colectivos– y reformas específicas de género que reconocen los derechos a la tierra y los recursos.
“Por medio de esta iniciativa, reconocemos que asegurar los derechos a la tierra en el poder de toma de decisiones sobre la tierra y los recursos productivos es fundamental para lograr resultados de desarrollo reales: los derechos sobre los recursos son un requisito esencial para que las mujeres mitiguen los impactos sobre el clima y respondan de manera proactiva frente al cambio climático”, dijo.
“El cambio transformador que es inclusivo con las mujeres debe abordar las barreras jurídicas, estructurales y socioculturales para propiciar el cambio en las prácticas aceptadas cotidianas y normativas”.
La seguridad de la tenencia de la tierra es un derecho humano fundamental, dijo Esther Mwaura-Muiru, lideresa mundial de la Women Rights Portfolio (Cartera de derechos a la tierra de las mujeres) en la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra.
“Asegurar los derechos de las mujeres a la tierra es importante si estamos comprometidos con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, apuntó, refiriéndose al marco de desarrollo de la ONU para 2030, diseñado para abordar 17 causas clave de la pobreza y la desigualdad.
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