Cinco (o seis) soluciones para salvar los bosques del mundo y restaurar los paisajes

Trabajemos juntos para alcanzar el máximo impacto dicen los directores generales de CIFOR e ICRAF
, Saturday, 21 Mar 2020
Izquiera: Tony Simons, derecha: Robert Nasi, durante el Global Landscapes Forum, Bonn. Pilar Valbuena/ GLF

Por Robert Nasi, director general de CIFOR y Tony Simons, director general de ICRAF

Recientemente, escuchamos mucho acerca de  ambiciosas iniciativas de plantación de árboles. Aunque estas son loables (y al respecto, felicitamos y celebramos el ímpetu comunitario detrás de ello), necesitamos mucho más que plantar árboles para restaurar los paisajes degradados y salvar a los bosques del mundo.

En el Día Internacional de los Bosques, nos unimos a las Naciones Unidas para llamar la atención sobre la necesidad urgente de un reconocimiento general del papel clave que juegan estos paisajes arbóreos en la lucha contra el cambio climático y para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), objetivos que buscan aliviar la pobreza.

Hoy, queremos celebrar todos los biomas forestales, ya sea que estén enredados en sistemas agrícolas efectivos, las turberas naturales, los bosques secos y los manglares. También, los “bosques olvidados” que merecen más atención, y que incluyen los bosques tropicales nubosos montanos, los bosques kársticos y los brezales.

Hoy también queremos instar a la comunidad internacional a implementar los cambios concretos y sistémicos necesarios para abordar las dramáticas consecuencias que traen la deforestación y la degradación; para conservar los bosques intactos; para gestionar de manera sostenible los bosques secundarios, perturbados o saturados; para aumentar los árboles en las fincas, al tiempo que se restauran las tierras degradadas tanto para el bienestar global como los medios de vida locales.

Los marcos y objetivos de alto nivel ya existen. A través de los ODS, la Declaración de Nueva York sobre los Bosques (NYDF), el Acuerdo de París de la ONU y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, tenemos todo lo que necesitamos para implementar transformaciones y tener éxito.

Las esperanzas ahora han recaído en la década de la ONU para la restauración de los ecosistemas (2021-2030). Pero la pregunta es ¿Proporcionará la estructura dentro de la cual los gobiernos, las empresas y las personas actuarán en un esfuerzo global para mitigar el calentamiento global antes de que sea demasiado tarde?

Sin embargo, no debemos olvidar a las personas más cercanas a los bosques. Debemos profundizar nuestro diálogo con las comunidades que viven, trabajan y dependen de los bosques.

Los bosques no solo son los ecosistemas terrestres con mayor diversidad biológica, sino que albergan más del 80 por ciento de las especies de animales terrestres, plantas e insectos; y almacenan grandes cantidades de carbono.

Tan solo considere esto: estos ecosistemas cruciales, que contienen la mitad de las especies de plantas y animales del planeta, proporcionan el sustento de 1600 millones de personas, incluidas más de 2000 culturas indígenas que dependen de los bosques para obtener medicamentos, combustible, alimentos y refugio.

Aunque los valores financieros atribuidos a la degradación de la tierra, la restauración forestal y otros datos son proyecciones y estimaciones, sabemos que los órdenes de magnitud son válidos.

La deforestación, la degradación de la tierra y el agotamiento del capital natural son comunes en todo el mundo, y se estima que cuestan USD 6,3 billones en servicios ecosistémicos perdidos anualmente. Ese es un valor de aproximadamente el 10 por ciento de la economía mundial.

Hoy queremos instar a la comunidad internacional a implementar los cambios concretos y sistémicos necesarios para abordar las dramáticas consecuencias que traen la deforestación y la degradación de los bosques"

Robert Nasi & Tony Simons

Cuando se agrupan junto al sector de uso de la tierra, los sistemas agroforestales proporcionan más del 95 por ciento de todos los alimentos para la humanidad, generan empleo para más de la mitad de todos los adultos y representan el 30 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

Y los árboles en los bosques o en las granjas están en el corazón de las soluciones basadas en la naturaleza para la emergencia climática.

La investigación realizada por CIFOR-ICRAF y otros ha demostrado que los árboles en bosques y campos de cultivo no solo secuestran grandes cantidades de carbono, sino que también proporcionan alimentos y material para agricultores y silvicultores, renuevan la fertilidad de los suelos y su estabilidad, protegen las cuencas hidrográficas para los consumidores aguas abajo; y que cumplen un rol decisivo en el ciclo del agua de nuestro planeta.

Por eso ahora, cuando nos enfrentamos a una emergencia climática, la comunidad mundial necesita, con urgencia, hacer mejores esfuerzos para volver a conectar la prosperidad humana y la resiliencia del ecosistema a los bosques y la agricultura.

Entonces, ¿cómo llegamos allá?

El mundo necesita asociaciones científicas, de desarrollo, comerciales y financieras transformadoras para llevar a cabo los cambios a gran escala necesarios y alcanzar los objetivos globales que se trabajaron tan onerosamente a lo largo de los años.

Y hay cinco áreas donde se pueden realizar inversiones para vigorizar las funciones de los ecosistemas degradados. Esto ayudará a proteger, expandir y valorar a los bosques y su biodiversidad, transformar la agricultura en sistemas perennes y construir cadenas de valor sostenibles, con el apoyo combinado de los gobiernos y el sector privado para hacer la transición a economías sostenibles.

Primero, financiar la transición requiere un compromiso firme de la comunidad global. No es una tema de escasez de dinero. Las estimaciones indican que los gobiernos gastan USD 1,8 billones al año en costos militares y más de USD 5 billones en subsidios a combustibles fósiles, pero solo alrededor de USD 50 billones en restauración de paisajes.

Necesitamos reajustar nuestras prioridades.

La inversión necesaria para revertir la degradación de la tierra en todo el mundo para cumplir con el objetivo de la NYDF es de USD 830 mil millones, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Restaurar los 350 millones de hectáreas prometidas por las naciones para el Desafío de Bonn, un compromiso lanzado durante las conversaciones climáticas de la ONU en 2014 se estima en USD 360 mil millones.

Para catalizar los fondos, se debe hace más.

Como lo destacaron los participantes del Global Landscapes Forum en Luxemburgo, el pasado noviembre, impulsar la inversión requiere ampliar la definición de “riqueza” para incluir activos naturales y sociales, una colaboración significativa entre los sectores público y privado, y un cambio sistemático en las cadenas de suministro y los sistemas financieros mundiales.

La comunidad mundial necesita, con urgencia, hacer mejores esfuerzos para volver a conectar la prosperidad humana y la resiliencia del ecosistema a los bosques y la agricultura"

Robert Nasi & Tony Simons

Segundo, la agricultura debe estar fuertemente conectada a las soluciones climáticas. Los sectores de la agricultura, la forestería y otros usos de la tierra son responsables de poco menos de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el hombre, principalmente a causa de la deforestación y otras fuentes agrícolas como la gestión de la ganadería, el suelo y los nutrientes.

Sin embargo, la agroforestería, si se define por una cubierta de árboles de más del 10 por ciento en tierras agrícolas, está muy extendida: se encuentra en más del 43 por ciento de todas las tierras agrícolas a nivel mundial, donde vive el 30 por ciento de las poblaciones rurales, lo que representa más de mil millones de hectáreas de tierra y más a 1,5 mil millones de personas.

Tanto en el área como en la diversidad de especies deben expandirse para ayudar a los países a cumplir con las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), objetivos bajo el Acuerdo de París de las Naciones Unidas sobre el cambio climático destinados a reducir el calentamiento global, mejorar los medios de vida, mejorar la seguridad alimentaria y perpetuar la agricultura, quitando la presión sobre los bosques naturales.

Tercero, los manglares y las turberas son sumideros de carbono vitales. Los ecosistemas de manglares son reconocidos por su capacidad de almacenar grandes cantidades de carbono y por proteger las costas de la erosión causada por la actividad oceánica. También proporcionan un amortiguador al capturar sedimentos con alto contenido de carbono orgánico, que pueden acumularse en conjunto con el aumento del nivel del mar, según los resultados de una investigación realizada por científicos de CIFOR.

Al igual que los manglares, las turberas tienen un papel tremendo que desempeñar para mitigar el impacto del cambio climático, pero están bajo una gran amenaza en muchos países, tanto en el Norte como en el Sur.

Por ejemplo, en la cuenca del Congo las concesiones están disponibles a la venta y la amenaza de drenaje es real. Las turberas constituyen más de la mitad de todos los humedales del mundo y son equivalentes al 3 por ciento de las superficies terrestres y de agua dulce.

Formadas a lo largo de miles de años a partir de escombros de vegetación cargados de agua, el 15 por ciento de las turberas, según reportes de Wetlands International, se han drenado para la agricultura, la forestería comercial y la extracción de combustible.

Y cuando las tuberas se drenan, se oxidan y se libera carbono a la atmósfera, agravando el calentamiento global.

Un tercio del carbono del suelo del mundo y el 10 por ciento del agua dulce en todo el mundo se almacenan en las turberas, según el International Mire Conservation Group y la Sociedad Internacional de Turberas. Por ello, cualquier programa destinado a recuperar bosques y paisajes debe garantizar que las turberas estén protegidas, rehumedecidas y restauradas.

El mundo necesita asociaciones científicas, de desarrollo, comerciales y financieras transformadoras para llevar a cabo los cambios a gran escala necesarios y alcanzar los objetivos globales"

Robert Nasi & Tony Simons

Cuarto, restaurar paisajes puede traer beneficios impresionantes, en algunos cálculos de hasta USD 30 por cada dólar invertido, pero las inversiones en restauración hasta ahora han sido escasas.

Los pasos importantes hacia esta inversión transformadora incluyen la colaboración entre financiadores públicos y privados, reducir el riesgo y la incertidumbre para los inversores, desarrollar mejores medidas para la salud del paisaje y crear un inventario de tecnologías, métodos y conocimientos que se puedan ser ampliados escala.

Quinto, la diversidad biológica es fundamental para la existencia de vida en la Tierra. Para elegir el ejemplo más obvio, los cultivos alimentarios son plantas que dependen de los polinizadores para florecer y dar fruto. El valor de estos cultivos es de casi USD 600 mil millones anuales.

La gran mayoría de los polinizadores son silvestres, incluidas unas 20 000 especies de abejas, que dependen de ecosistemas intactos, diversos y saludables. Es probable que los insectos constituyan la mayor parte de la pérdida futura de biodiversidad: hasta el 40 por ciento de todas las especies de invertebrados enfrentan peligro de extinción.

La integración de una mayor cantidad y número de árboles, arbustos y otras especies en las granjas proporcionará el hábitat, los polinizadores, los depredadores naturales y las fuentes de alimentos e ingresos.

¿Y… entonces?

Sabemos que las soluciones necesarias para salvar los bosques de la Tierra contemplan la restauración forestal y comprendemos cada vez más las implicaciones del fracaso. La plantación de árboles ha inspirado a muchos a tomar medidas para proteger y rehabilitar nuestros bosques. Lo que se necesita ahora es el compromiso financiero para que esto suceda, y para que suceda rápidamente.

Recordamos entonces las enseñanzas de Elinor Ostrom (1933-2012), ganadora del Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2009, el que compartió con Oliver Williamson por su “análisis de la gobernanza económica, especialmente los bienes comunes”.

A través de su investigación sobre cómo se manejan las tierras comúnmente controladas, Ostrom dio un vuelco a las perspectivas coloniales tradicionales dominantes. Ella nos enseñó que las personas pueden trabajar juntas para moldear de manera sostenible y efectiva el uso de los recursos naturales, siempre y cuando las reglas básicas y los parámetros sean claros, y aquellos que trabajan en la tierra estén involucrados. Reconoció que las reglas no deben imponerse sin la consulta de los gobiernos u otras entidades formales para lograr el más alto nivel de gestión exitosa de la tierra.

Y también nos dejó la fórmula para el éxito. Debemos asegurarnos de estar a la altura, combinando políticas de alto nivel con tácticas implementadas por quienes gestionan la tierra de formas sostenibles: las personas que viven y trabajan en los bosques. Debemos trabajar continuamente en todos los sectores para lograr resultados integrales.

Escuchemos a Ostrom: “Hasta que se desarrolle y acepte completamente una explicación teórica, basada en la elección humana, para las empresas autoorganizadas y autogestionadas, las decisiones políticas importantes continuarán asumiéndose con la presunción de que los individuos no pueden organizarse y siempre deben ser organizados por autoridades externas”.

Feliz Día Internacional de los Bosques.

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