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Los países tropicales albergan hasta tres veces más turberas de lo que se pensaba que tenían, de acuerdo a una nueva investigación que evidencia nuevas posibilidades y desafíos para hacer frente al cambio climático.

 Hallazgos recientes del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y otros seis organismos de investigación refutan la visión antigua que Asia es el continente con la mayor cantidad de turberas y revelan que tal lugar le corresponde a América del Sur.

“Hemos podido identificar turberas con más certeza que nunca antes”, afirma Martin Herold, profesor de ciencia de la geoinformación y teledetección de la Universidad de Wageningen y coautor del estudio.

“El hecho clave es que si existe muchas más turberas de lo que se pensaba antes, también tendremos mucha más turba que tendremos que proteger”.

RESULTADOS REGIONALES Y DE PAÍS

En los mapas realizados por los investigadores se establecieron 146 países del trópico y subtrópico en donde se encontraron 1,7 millones de km2 de turberas y 4,7 millones de km2 de humedales.

Una combinación de depósitos profundos extendidos en países como Perú, Ecuador y Argentina, y de vastas turberas, aunque poco profundas, en la Amazonía brasileña, son los principales responsables de que América del Sur se encuentre a la cabeza en cuanto a la población de turba tropical (44 % el total de área y volumen).

Más de un tercio (38 %) del área y del volumen de turba tropical se encuentra en Asia, con Indonesia aún en posesión de las áreas más profundas.

En cuanto a lo que se ha investigado a la fecha, la cuenca del Congo en África posee los depósitos de turba más extendidos. Como un todo, África tiene más turba de lo que antes se pensó, pero las condiciones del clima lo ponen al final de la lista de todos los continentes.

A nivel de país, Brasil tiene las mayores cantidades de turba en el trópico, seguido por Indonesia.

“Estos hallazgos hacen parte de un documento vivo al que puede acceder y contribuir quien quiera, a la vez que se actualiza en la medida en que la nueva información se encuentre disponible”, afirma Daniel Murdiyarso, investigador principal de CIFOR y coautor del estudio. “El mapa sirve como un importante punto de partida para una variedad de trabajos sobre turberas y humedales en el futuro”.

HACIENDO MODELOS Y MAPAS

Los investigadores desarrollaron una técnica especial denominada `modelo de sistema experto´ con el fin de producir un mapa de alto nivel de detalle con información de la localización, extensión y profundidad de la turba. El mapa brinda información comparable, transparente y consistente a lo largo de países y continentes.

El modelo funciona mediante la combinación de una variedad de fuentes de datos y de métodos, incluyendo el análisis del recambio de agua y la medición de cambios en la humedad del suelo registrados en imágenes de satélite y en formas del terreno —como canales, valles y pendientes— que soportan inundación de agua.

“De forma individual, estos métodos se han empleado antes, pero en este sistema de modelación los combinamos y aplicamos en nuevos mapas y algoritmos”, afirma el Dr. Thomas Gumbricht, investigador independiente a cargo de la elaboración del modelo y el mapa.

“En total, el proceso tomó más de cuatro años en su desarrollo, refinamiento y finalización”.

Previamente, ha habido gran variación en los cálculos de turberas por diversas razones que van desde definiciones de turba, dificultades en asignar su grado de humedad, falta de información y escasez de evidencia corroborada en el terreno.

La razón, en parte, de que este modelo nuevo genere mayores áreas y volúmenes de la turba tropical en relación a los vistos con anterioridad se debe a su habilidad para operar a una escala más fina y debido a su enfoque de múltiples fuentes.

De igual forma, los autores del estudio postulan que las turberas en América del Sur y África tampoco han sido registradas totalmente, ya que el acceso es más difícil y no han enfrentado el mismo nivel de destrucción por parte del hombre como ha sido el caso de Sudeste Asiático, lo que las mantiene fuera de la escena internacional.

NUEVAS OPORTUNIDADES

La existencia de más depósitos de turba tropical aumenta tanto las oportunidades como los desafíos para las personas y el planeta.

A la vez de ser importantes focos de biodiversidad, las turberas son cruciales en la regulación y mitigación del cambio climático. De ser mal manejadas —es decir, drenadas e incendiadas para destinar el espacio al uso agrícola—, pueden liberar inmensas cantidades de carbono a la atmósfera. El humo tóxico producto de esta actividad también puede tener consecuencias catastróficas para la salud.

El mapa está diseñado para ayudar a los países a limitar estas amenazas.

“En conformidad con el Acuerdo de París, los países miembro del tratado del clima de la ONU están obligados a presentar sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC de sus siglas en inglés), que incluyen sus metas para reducir la emisión de gases tipo invernadero”, afirma Murdiyarso.

“Los países que poseen turberas tropicales pueden hacer uso del mapa para localizar los sitios en que el desarrollo de tierras puede causar problemas y cotejar cómo podría mejorarse la situación de siempre mediante una política de intervención en la localidad que haya sido identificada”.

Las turberas resaltadas en el mapa en América del Sur y África que están todavía relativamente intactas, ya enfrentan la amenaza del incremento en las sequías, incendios y desarrollo, condiciones que se anticipan en las concesiones madereras y la construcción de vías.

“Hemos aprendido las consecuencias del mal manejo y de programas de desarrollo no sostenible de turberas gracias a nuestra experiencia en el Sudeste Asiático”, dice Rosa María Román-Cuesta, investigadora de CIFOR y también coautora del estudio.

“Debemos emplear estos mapas nuevos para concientizar a gobiernos en África y América del Sur que poseen grandes cantidades de depósito de turba, de forma que se promueva la conservación, restauración y mejoramiento, además de, cuando el desarrollo es absolutamente necesario, la aplicación de prácticas de uso del suelo sostenibles”.

Las personas que viven y trabajan en los humedales identificadas a lo largo del mundo también necesitarán apoyo.

“Nuestra preocupación es que el mapa debe ser usado más allá de los fines de estudios de carbono”, dice Murdiyarso. “Necesitamos usar estos resultados para ayudar a identificar hot spots (focos) de servicios provenientes de ecosistemas de turbera, de los cuales se pueden generar beneficios tangibles como medios de vida sostenibles para los pobladores locales”.

METAS FUTURAS

Los investigadores enfatizan que se requiere trabajo adicional en el terreno como parte del estudio de CIFOR sobre turberas, con el fin de probar los resultados del modelo, recolectar más información sobre regiones montañosas y confirmar si las turberas identificadas han sido perturbadas.

Un mapa global, abarcando las áreas boreales y templadas, también podría ser un proyecto de larga duración.

Entre tanto, el equipo de investigadores espera que el mapa se emplee a nivel local y regional para detener la destrucción de las turberas y ayudar a los países a construir programas de desarrollo sostenible que permitan a los países mitigar y adaptarse al cambio climático.

“Necesitamos tomar acción rápidamente. A pesar de que la turba se forma muy lentamente a lo largo de milenios, puede destruirse muy rápido en pocos años”, advirtió Herold.

Esta investigación se realizó bajo el Programa de Adaptación y Mitigación Sostenible de Humedales (SWAMP por sus siglas en inglés), un esfuerzo colaborativo entre el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y el Servicio Forestal de los Estados Unidos (USFS de sus siglas en inglés).

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