Opinan los expertos

¿Existe un vínculo entre la deforestación y los brotes de enfermedades infecciosas?

Los cambios en el uso de la tierra serían una de las principales causas de los brotes de enfermedades infecciosas según estudios.
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Gambian Epauletted Bats (Epomophorus gambianus)
Bats are thought to be the source of the Ebola virus – but it’s unclear if habitat loss is directly linked to the recent outbreaks. Stephen C. Smith.

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Un creciente número de estudios sobre enfermedades infecciosas emergentes (EID, por sus siglas en inglés) indican que los cambios en el uso de la tierra serían una de las principales causas de los brotes infecciosos.

Sin embargo, aún no se han hallado pruebas irrefutables de la relación entre los cambios en el uso de la tierra y las EID.

Cuando se abre el acceso a bosques intactos, puede producirse un mayor contacto humano con patógenos forestales desconocidos. Pero hallar relaciones causales, o incluso buena evidencia correlacional, sigue siendo una tarea difícil.

Tres cuartas partes de las EID reconocidas son de origen zoonótico, es decir, se transmiten de animales a humanos. Por ello, es prioritario comprender la naturaleza y el grado de contacto entre animales y humanos en diferentes circunstancias socioecológicas.

Comprender los factores responsables de los brotes y la reaparición de enfermedades infecciosas sigue siendo un problema científico muy complejo, debido a que aún existen importantes lagunas de conocimiento.

Pero, como sostienen Bruce Wilcox y Rita Colwell, tal vez lo más preocupante sea que esta carencia de información probablemente se deba a la manera como vemos a los patógenos. Por ello proponen un nuevo paradigma de investigación interdisciplinaria que no estudie los patógenos de manera aislada, considerando que las enfermedades, los problemas ambientales, así como el desarrollo económico, el uso del suelo y la gobernabilidad, se encuentran interrelacionados y requieren de soluciones intersectoriales.

Entonces, para poder predecir dónde es probable que surjan las EID, se debe entender cómo los reservorios naturales y las tasas de transmisión de EID son afectados por factores ambientales, físicos, sociales y económicos, y por sus interacciones.

Para quienes estamos preocupados por asegurar un uso sostenible de los bosques, una gran inquietud es tratar de establecer si determinadas tasas de deforestación, o de fragmentación de los bosques tropicales, aumentan las posibilidades de aparición de una EID en un área específica.

Los estudios que analizan las enfermedades infecciosas emergentes de una manera más integral —como la noción de biocomplejidad de Wilcox y Colwell— pueden ayudarnos a descubrir si los procesos de aparición de las enfermedades se ven afectados por los cambios en la demografía, el consumo, y la generación de residuos de las poblaciones humanas y sus efectos: la urbanización, la expansión e intensificación agrícola y la alteración del hábitat forestal.

Pero, ¿cuál es entonces el siguiente paso? ¿Existe alguna relación potencial entre la deforestación o la fragmentación del hábitat y la aparición de EID?

CUANDO EL BOSQUE SE ENCUENTRA CON LO HUMANO

Dos nuevas fuentes de información pueden ayudarnos a juntar las piezas de este rompecabezas: nuestro conocimiento de la fragmentación de los bosques en el mundo, y la distribución global de las EID.

El mapa de alta resolución de la cobertura forestal mundial recientemente publicado por Joseph Sexton y otros en el 2013 y por el equipo de Nick Haddad en el 2015, ha revelado que casi el 20%de los bosques que quedan en el mundo se ubican a menos de 100 metros de los márgenes del bosque; y que más del 70%de los bosques del mundo están a menos de 1 kilómetro de dichos límites.

Esto significa que la mayoría de ellos se encuentran claramente dentro del rango donde las actividades humanas, los microclimas alterados y las especies no forestales pueden influir en los ecosistemas naturales.

Kate Jones y otros, en su artículo de 2013 publicado en la revista Nature, a partir de una base de datos de 335 ‘eventos’ de EID ocurridos entre 1940 y 2004, demostraron la existencia de patrones globales claros en la distribución de brotes  de EID, la mayoría de los cuales (71,8%) tuvieron su origen en la vida silvestre.

Pero ¿son los eventos de EID realmente activados por la fragmentación de los bosques? El estudio demuestra que las EID son en gran medida producto de los cambios antropogénicos y demográficos, aunque la riqueza de especies silvestres huésped fue un predictor importante de la aparición de EID zoonóticas, al margen del crecimiento de la población humana, la latitud o la lluvia.

BOSQUES, ANIMALES Y ÉBOLA

Esta relación entre  las EID, los humanos, y el estado de los bosques y los animales (fundamentalmente la carne de monte) nunca tuvo tanta atención mundial hasta la aparición de la enfermedad por el virus del Ébola (EVE).

La EVE se transmite de los animales salvajes a las personas, y se propaga entre las poblaciones humanas a través de la transmisión de persona a persona. Las explicaciones acerca de los brotes de EVE abundan, pero ninguna es incuestionable.

Los vínculos entre los brotes de EVE y la deforestación fueron sugeridos anteriormente. Entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren (aunque implícitamente) que la deforestación podría haber aumentado el contacto entre animales potencialmente infectados y seres humanos.

Aunque se ha demostrado que el contacto directo con diversas especies de mamíferos —por ejemplo: primates no humanos, gorilas, chimpancés y antílopes (la transmisión solo se ha asociado a este grupo taxonómico)— es la principal causa del contagio de la enfermedad de los animales a los seres humanos. Los murciélagos, en particular, son frecuentemente señalados como el reservorio más probable del virus del Ébola.

Recientemente, algunos investigadores han propuesto (aunque esto aún no ha sido comprobado) que en el distrito de Gueckedou, donde se inició el brote de EVE en Guinea, el contacto con una colonia de murciélagos insectívoros de cola suelta podría haber sido la causa, y esto ha sido asociado  con la deforestación de la zona.

Otros, sin embargo, sostienen que debido a que los bosques de Guinea septentrional han sido durante siglos un mosaico dinámico compuesto por bosques, sabanas y tierras de cultivo; donde la gente de la región ha cohcohabita  desde hace mucho con los murciélagos, es poco probable que la deforestación/fragmentación sea la causa del brote de EVE.

Considerando que los seres humanos y los grandes simios han vivido junto a los murciélagos durante milenios, sostener que la perturbación del hábitat es la causa principal de la aparición del virus del Ébola en estas especies podría ser una posición demasiado simplista y que ignora posibles causas subyacentes.

Pero a pesar de todo, la afirmación de que la deforestación rápida y sin precedentes puede haber conducido a brotes de EVE podría ser cierta.

¿Cómo se explica esto? Una investigación realizada por la fundación Environmental Resources Management (ERM) sugiere que la fragmentación de los bosques altera la dinámica de desplazamiento de la fauna silvestre en los bosques fragmentados. Y los bosques fragmentados son a menudo las zonas con mayor número de personas, lo que podría aumentar el contacto entre seres humanos y posibles especies reservorio o portadoras.

Este estudio, que también comparó los patrones de fragmentación de los bosques en seis sitios de brotes de EVE con una muestra de sitios seleccionados al azar fuera de estas zonas, descubrió que la fragmentación del bosque fue mayor en los sitios de EVE. Lo que los autores del informe de ERM infieren a partir de estos resultados es que la fragmentación del bosque, al afectar los hábitos de alimentación y refugio de los murciélagos, puede ser indirectamente responsable de la expansión de la interfaz murciélago-humano, y con ello aumentar el riesgo de aparición de EVE.

Además, el informe de ERM sugiere que la fragmentación del hábitat también podría promover la abundancia de presas más pequeñas (vinculada a la pérdida de fauna de gran tamaño), las cuales, si son cazadas, intensificarían el contacto humano con animales silvestres.

Este estudio es probablemente el primero en examinar de manera empírica las posibles conexiones entre el estado de los bosques y los brotes de EVE. Pero aún queda mucho por resolver, como los propios autores señalan.

No solo debemos ampliar la muestra de focos de EVE a ser evaluados, sino también poner a prueba una variedad de hipótesis alternativas para investigar si hay factores individuales o múltiples vinculados a los brotes de EVE.

Estamos contra el tiempo y es urgente corroborar si efectivamente existe una relación entre los brotes de la enfermedad del virus del Ébola, la deforestación/fragmentación de los bosques y el consumo y manipulación de la carne de monte.

Si esta asociación es validada, el hallazgo podría establecer un punto de partida para comprender mejor las condiciones que incrementan el riesgo de brotes de Ébola y proponer estrategias de mitigación  para frenarlos.

John Fa es un investigador asociado senior de CIFOR y profesor de Biodiversidad y Desarrollo Humano de la Universidad Metropolitana de Manchester. Puede ponerse en contacto con él en jfa949@gmail.com.

Robert Nasi es director general adjunto de Investigación de CIFOR. Puede ponerse en contacto con él en r.nasi@cgiar.org.

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